Reflexiones acerca del 50+1
Ya pasó una semana desde que el 50+1 manifestó en las urnas su apoyo al proyecto de país encabezado por Cristina Fernández de Kirchner. Ya pasó una semana y éste es mi primer post al respecto. Claro que estoy contenta. Hasta feliz, diría. Pero no por triunfalismo, no me pega por ese lado el resultado alcanzado. Es raro. Especialmente porque una abrió este espacio de reflexión compartida en plena batalla, allá por 2008. Allá cuando el piso era igual al techo. Allá cuando el discurso que circulaba por las calles era el que se articulaba en los espacios de poder económico en alianza con los grupos oligopólicos de comunicación.
Es claro que un resultado así facilita muchas cosas. Desde la más trivial discusión tuitera con un opositor que cuando te quiere descalificar le podés tirar algo del tipo: “escuchame, yo respeto al 12% (o menos, según el caso) que representás, vos respetá al 50+1 que nosotros representamos”, pasando por volver a tener mayoría parlamentaria y llegando a la conquista de los objetivos que aún están pendientes.
Por otro lado, ya vemos la estrategia opositora: inflación, inseguridad y equilibrio parlamentario. Éste último no es un argumento difícil de rebatir: el equilibrio de fuerzas en el parlamento de 2010/11 se tradujo en actitudes desequilibradas, tanto internamente (el Grupo A destrozado por el divismo) como con respecto a la sociedad (recordemos que no lograron apoyo popular ni para el 82% móvil) y al país en general (oposición al pago de deuda con reservas y descalificación de la Asignación Universal por Hijo que, según el presidente del radicalismo, se va por la canaleta del juego y la droga, entre otras cosas). Lo más doloroso del segundo argumento, el de la inseguridad, es que necesita de hechos concretos para ser tema de tapa y una quiere convencerse de que la política no tiene que generar muerte, sino vida; pero se duda, especialmente cuando se agita el tema desde ciertos sectores y luego aparecen los hechos más trágicos como hemos visto en el caso del Indoamericano para, así, convocar diciendo “Fulano sabe cómo parar esto”. El argumento de la inflación es un tanto paradójico cuando los trabajadores ven las mejoras salariales, de hecho parece que no influyó demasiado en las elecciones primarias; sin embargo estaría bueno explicar más claramente la necesidad de que los empresarios aumenten la oferta para satisfacer el creciente consumo en vez de aumentar los precios para aprovecharse del mayor poder adquisitivo de la población.
Más allá del resultado y de la oposición deshilachada -y quizá también por reminiscencia personal-, en momentos como éste se me activa la cautela. Hay que avanzar, eso es claro e indiscutible. Tan claro como que esos avances serán resistidos por grupos minúsculos pero poderosos. Tan indiscutible como nos ha mostrado la historia que siempre, de derecha a izquierda, existen agazapados que se articulan rápidamente si se da, por precipitación o por lo que sea, un paso que habilite un discurso de vuelta de timón.
En este sentido, creo que la cuestión pedagógica en términos del proyecto Nac&Pop es una cuestión clave. Los discursos de Cristina tienen mucho de esto. Ella explica el proyecto, sus variables, sus aristas y sus vinculaciones, pero sabemos que estos temas en general no saltan el cerco mediático que sólo destaca titulares de lo que quiere y no tanto de lo que pasa. Cristina ya lo pidió a los intelectuales: armen un think tank, un tanque de pensamiento, una teorización de la práctica concreta que estamos haciendo. Quisiera que eso se plasme (no sólo en los intelectuales sino también en los militantes) de forma lisa y llana, jauretcheanamente diría. Nada de discurso pomposo. La pompa no es más que globos de colores que tapan tramas que traman lo indecible. No lo necesitamos. Necesitamos militar los argumentos claros y sencillos. Necesitamos fortalecer la base de pensamiento nacional, popular y democrático (en el sentido más auténtico) para avanzar en lo que hay que avanzar de la forma en que hay que avanzar: profundizando conquistas, especialmente la conquista cultural que es la piedra angular de cualquier cambio de paradigma.
En síntesis, esto es lo que pienso y siento a una semana de las elecciones primarias y de un resultado que si bien es la consecuencia de un esfuerzo, es también la causa que nos obliga a redoblar el esfuerzo para que sea imposible dar un paso atrás e inevitable seguir caminando hacia un horizonte que, por fin, nos incluya a todos y todas.
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Pipi
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