Asusta ver la liviandad con que ciertas figuras de la política hablan de represión, como si al mencionarla no se estuviera hablando de dolor y muerte, como si la vida del otro no valiera nada.

Para Martín Redrado, su plan económico no puede llevarse adelante si no está acompañado de las fuerzas de seguridad en las calles reprimiendo las protestas sociales.

Un modelo impuesto a sangre y fuego, sin medir las consecuencias de sus acciones, a sabiendas de que va a generar zozobras para muchísimas familias, pero que al mismo tiempo no parece importarle, ya que en vez de hablar de cómo contener los efectos de esas medidas, su única preocupación es asegurar que va a haber palos para todos.