Si bien hay muchos que se agarran la cabeza y dan la causa por perdida, hay otros que entienden que dialogar con el que piensa distinto es la única forma de abrir puentes que convenzan y hagan crecer una oferta electoral del campo nacional y popular.

Porque aparecen testimonios como el de este joven que se reivindica como libertario, se siente cómodo en esa definición y dice que era difícil quejarse en el kirchnerismo -donde hubo gente que puso horcas y guillotinas en la Plaza de Mayo-.

Pero también dijo que su familia la pasó mal en la pandemia, y ese punto es el de una mirada empática y donde debería trabajar la nueva dirigencia si quiere volver a enamorar.