La emotiva carta del marido de Sandra Calamano, la docente que murió en la explosión de la escuela por ausencia del Estado
"Está clara la ausencia y la responsabilidad del Estado, que no protegió a docentes ni estudiantes. Sólo imploro que no haya intereses políticos de por medio y que caiga quien tenga que caer.", escribió su marido en una carta abierta publicada por la Revista La Garganta Poderosa.
"Se fue de mi lado una compañera, una amiga, una madre, una amante, una fuerte y enorme mujer. Y, aunque no me gustan mucho las fotos, hoy quiero homenajearla así, feliz, siempre con esa sonrisa que tanto amaba", escribió su marido Maximiliano Grah quien exigió justicia: "espero que la causa avance, pero no comprendo los tiempos de la Justicia porque ya pasó medio año pero la investigación continúa bajo secreto de sumario. Tras las muertes de Sandra y Rubén sólo inculparon al gasista, mientras que el interventor designado por el gobierno de la provincia de Buenos Aires ni siquiera fue procesado. En la tragedia está clara la ausencia y la responsabilidad del Estado, que no protegió a docentes ni estudiantes. Sólo imploro que no haya intereses políticos de por medio y que caiga quien tenga que caer", añadió Grah.
* Por Maximiliano Grah,
pareja de Sandra Calamano,
víctima del abandono estatal, en la Escuela 49 de Moreno.
Aquel 2 de agosto por la mañana, hace exactamente seis meses, acompañé a Sandra a la parada del colectivo para que fuera a enseñar y yo me llevé a los chicos al colegio en Villa Tesei. Ni bien los dejé allí, una amiga de ella me llamó y escuché los gritos de “tenés que venir”. Yo preguntaba por qué, qué había pasado, y desde el otro lado me volvieron a responder “tenés que venir”. Cuando llegué, se me vino el mundo abajo. Un oficial me recibió con la noticia: “La señora está fallecida”. Me empezaron a temblar las piernas, sentía que me caía.
Su pérdida fue enorme, porque más allá de que era una excelente profesional, en lo familiar era una máquina que no paraba un segundo. Siempre estaba atenta a las necesidades del resto, como en esas enteras y eternas madrugadas que pasaba haciendo tortas para llevar a la escuela. A pesar del cansancio amaba la docencia, la hacía muy feliz. De hecho, también trabajaba los sábados en el programa Patios Abiertos, donde notó que los días que cocinaba asistía el doble de chicas y chicos. Allí laburaban con el deporte y las manualidades, era una gran recolectora de materiales reciclables. De repente íbamos en el auto y con un grito me pedía que frenara: “¡¿Viste eso?!”. Y levantaba una bolsa de telas para su taller de costura.
Así era Sandra, cada minuto de su vida.
Espero que la causa avance, pero no comprendo los tiempos de la Justicia porque ya pasó medio año pero la investigación continúa bajo secreto de sumario. Tras las muertes de Sandra y Rubén sólo inculparon al gasista, mientras que el interventor designado por el gobierno de la provincia de Buenos Aires ni siquiera fue procesado. En la tragedia está clara la ausencia y la responsabilidad del Estado, que no protegió a docentes ni estudiantes. Sólo imploro que no haya intereses políticos de por medio y que caiga quien tenga que caer.
La pienso todos los días. Todos. ¡Todos! Me acuerdo tanto de la vez que la conocí, allá por el ‘98, y el día en que decidimos mudarnos juntos en febrero de 2001, hace justo 18 años. Todo es más difícil sin ella. Se fue de mi lado una compañera, una amiga, una madre, una amante, una fuerte y enorme mujer. Y, aunque no me gustan mucho las fotos, hoy quiero homenajearla así, feliz, siempre con esa sonrisa que tanto amaba.
Hoy, prefiero recordarte así, amor,
con un beso que exige justicia.