Ante todo hay que recordar que no hay plata, por lo menos para el que sea empleado público, jubilado o necesite una asistencia del Estado, porque cuando se trata de guardaespaldas para el Presidente ahí no se ahorra nada.

El increíble despliegue de agentes de seguridad para cubrir los pasos de Javier Milei supera con amplitud a cualquiera que hayan usado sus antecesores.

Incluso en la puerta del teatro están apostados más efectivos, armas largas y chalecos antibalas, como si estuviera viviendo una película que solo está en su cabeza.

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