Cuando falta mucho para las elecciones se revolean números que después, cuando los comicios se acercan, se corrigen argumentando cualquier situación para atribuirle el abrupto descenso en la intención de voto del partido que antes se infló.

El objetivo es ir generando un clima triunfalista a la espera que muchos se sumen al caballo ganador.

Diego Sehinkman, conocedor de este mecanismo, puso cara de no comprar pescado podrido cuando Jonatan Viale aseguró que la encuesta de Aresco le daba a Milei una imagen positiva del 6%.