Es un clásico de los gobiernos el tener figuras oscuras que ocupan lugares de mucho poder y son cuestionadas por la prensa.

Desde López Rega, pasando por Enrique Nosiglia, Carlos Zanini o Marcos Peña, atraviesan todos los colores políticos, más allá de sus diferencias ideológicas y metodológicas.

Ahora le toca el turno a Santiago Caputo, que lo encarna con la desmesura propia de los libertarios.

Pero a Eduardo Feinmann se le ha cruzado en el camino -no se sabe por inquina particular o a pedido de Mauricio Macri, quien también lo tiene entre cejas- y aprovecha cada oportunidad para disparar sobre él.