Decían que venían a sacar a la casta, pero ponen a El Dipy, un amigo de los libertarios, en un cargo cultural, cuando supuestamente iban a dejar de “gastar” plata en ello.

Les molesta Lali, pero les parece bien el cantante de cumbia. Quizás algo tenga que ver que la primera defiende los derechos humanos y la interrupción voluntaria del embarazo y el segundo defiende a los empresarios y los discursos de odio de la ultra derecha.

En el piso de DDD no lograron ponerse de acuerdo en si tomarse el tema a burla o indignarse. Mientras los centros culturales, los espacios de arte y pensamiento cierran sus puertas porque “no hay plata”, sí la hay para El Dipy.

Y que se entienda, no es un problema en sí que el Gobierno ponga a una persona afín a gestionar las políticas de cultura. El hecho es que el argumento, supuestamente, era que estaba mal usar dinero del Estado para financiar arte. Está mal hasta que ponés a tus amigos. Después hablan de casta…