El Gobierno puede entregar hasta Malvinas para que Malcorra encabece la ONU
La canciller argentina lleva adelante una política de alineamiento con Estados Unidos y de concesiones a las potencias que forman parte del Comité de Seguridad de Naciones Unidas que impulsar su propia candidatura a dirigir el organismo.
"Pocas veces en la historia reciente de nuestro país, o tal vez nunca, la política internacional de la República Argentina estuvo a merced de las necesidades y pretensiones de una sola persona, a la que nadie votó".
El párrafo pertenece al exdiputado Marcelo Brignoni, quien en una columna de opinión en Página 12 se refirió así a las 'tareas' que lleva a cabo Susana Malcorra para conseguir lo que para el macrismo representaría un éxito diplomático de envergadura: que la canciller se convierta en la sucesora de Ban Ki-moon en la ONU.
Con la vista puesta en noviembre próximo, cuando se defina quién será el o la nueva titular de las Naciones Unidas, Malcorra –bajo directivas de su jefe Mauricio Macri– viene llevando adelante una política de concesiones hacia las grandes potencias que son los principales electores para el cargo.
Pero la concesión más flagrante para los argentinos tiene que ver, claro, con los últimos acuerdos de "cooperación" firmados por la propia Malcorra y su par inglés, Alan Duncan, que apuntan a una eventual administración compartida de las islas Malvinas y, consecuentemente, autorizar que en el mientras tanto Gran Bretaña explote legal y abiertamente las riquezas petrolíferas del archipiélago.
De hecho, el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, admitió el martes que el Poder Ejecutivo "analiza el impacto" de la ley 26.659, que sanciona a empresas y personas que participen de actividades petroleras en Malvinas sin permiso del gobierno argentino.
Es que, para el senador macrista, esa norma "perjudica el interés nacional" y "el gobierno está analizando" su impacto, con el no declarado objetivo –aún– de derogarla y así quitar ilegalidad –al menos nacional– a la expoliación que ya llevan adelante los británicos.
Ello significa un paso más hacia la entrega de Malvinas: por un lado, para beneficiar a las grandes petroleras con intenciones de hacerse con parte del botín (como la Shell, vinculada a Juan José Aranguren) y, por otro lado, para seducir el voto –y no el veto– del Reino Unido a la candidatura de Malcorra.