Así esconde el Presidente los negocios de sus empresas y el Estado
Las obras públicas más grandes del país quedaron en manos del clan Macri. Las firmas Impregilo y Ghella -la primera es la versión actual de lo que en los 70s fue Impresit/Sideco, y la segunda es la socia que posibilitó a Ángelo Calcaterra hacerse de una buena parte de los negocios- siempre asumieron contratos de las empresas de Macri cuando la función pública provocaba conflicto de intereses.
A pesar de que muchos errores lo hayan expuesto, la condonación de deudas al Correo Argentino o el negocio de Avianca son apenas apéndices de la fortuna que el clan Macri amasa desde las sombras, mientras Mauricio destraba las llaves de la administración pública. Los conflictos de intereses por los negocios de obra pública tienen una misma ruta, con dos destinos preferidos: Impregilo y Ghella, son las palabras clave.
"Cuando Mauricio asumió como jefe de gobierno, se desprendió de Iecsa para dejarla en manos de Ghella, que inmediatamente ganó la licitación para llevar adelante las obras del Arroyo Maldonado. Cuando Sideco abandonó el consorcio del plan cloacal del Gran Buenos Aires lo dejó en manos de Impregilo. El plan de limpieza del Riachuelo, dividido en tres tramos, le otorgó el primero a Ghella y el tercero a Impregilo. Al asumir como Presidente, vendió a Sideco sus acciones en Yacilec, el consorcio administrador de Yaciretá. Yacilec está integrada por Sideco, Impregilo y Dycassa. Odebrecht se retira del soterramiento del Sarmiento, y lo deja en manos de Ghella. Sideco se retira de Autopistas del Sol:, para ponerlo en manos de Impregilo", enumeró la investigación de Gabriela Cerruti, publicada en el sitio Nuestras Voces.
Con pases dentro de su propio consorcio empresarial, firmas y acuerdos para repartir el juego de la obra pública, el clan Macri constantemente se asegura dividendos en perjuicio del dinero público.
¿De dónde vienen Impregilo y Ghella?
Es el binomio que quedó de lo que fue Impresit, la firma de la constructora de la Fiat de Giovanni Agnelli que a principios de los setenta se asoció con Franco Macri para formar Sideco Americana. Ghella es la pata europea encabezada por los hermanos Giandomenico, Enrico y Lorenzo Ghella, que actúa cartelizadamente con Impregilo tanto en Italia como en Latinoamérica.
Las dos empresas asociadas a la obra pública utilizan la táctica de presentarse juntas a las mismas licitaciones (en consorcio o por separado) para garantizarse que una de las dos sea elegida, incluso en países como Venezuela, Costa Rica y Brasil.
Al radicarse en la Argentina, Ghella envió a uno de sus directores: Gianvicenzo Coppi, quien fuera cabeza del grupo en Brasil, además juzgado en ese país por denuncias de cartelización en las licitaciones de obras públicas en el estado de Salvador de Bahía.
"Coppi aparece sucesivamente como directivo en Impregilo, en Ghella y también en Iecsa y Creaurban, cuando éstas figuran a nombre de Calcaterra. Desde 1975 hasta 1994 fue director de Impresa. Del 94 al 2001 dirigió Impregilo primero en Milán y luego en Brasil. A partir de 2001 dirigió Ghella y Iecsa", deja en claro la investigación.
El primo entra en juego
La causa que investiga el escándalo Odebrecht clarificó que en 2006, mientras Macri hijo era formalmente accionista y directivo de Iecsa, se desarrollaron las licitaciones para el entubamiento del arroyo Maldonado y el soterramiento del Sarmiento: después de ganarlas, empezó la maniobra para esconder responsabilidades y trasladar títulos a nombre de su primo Angelo Calcaterra.
A pesar de que Calcaterra no tenía los fondos para comprar esas empresas, el ocio salvador fue Ghella, que le prestó los fondos al primo del Presidente y formaron juntos ODS, la empresa controladora.
Mientras continúa el escándalo por la corrupción en la licitación del soterramiento del Tren Sarmiento donde Iecsa y Odebrecht están vinculadas, el jefe de Estado se negó tanto a detener las obras y el decreto por el cual le otorgó millones de dólares a las dos constructoras. Por su parte, Calcaterra simuló primero una venta de Iecsa al empresario amigo Marcelo Midlin, aunque al decidir la transacción a título personal y no como empresa, no existe documentación pública que la registre.