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En 1932, el británico Aldoux Huxley publicaba una de sus novelas más famosas: 'Un mundo feliz', en la que narraba la historia de una sociedad distópica, en la que las personas eran condicionadas desde su nacimiento para cumplir determinado e inamovible rol cuando adultos.

El ministro de Educación Esteban Bullrich parece querer hacer presente aquel mundo futuro ideado por Huxley, y así lo anunció ante un millar de empresarios que se dieron cita en Parque Norte para participar de la última jornada de la 22ª Conferencia Industrial Argentina convocada por la UIA.

Ante el colmado auditorio, el jefe de la cartera educativa anunció: "Yo no me paro como ministro de Educación, me paro como gerente de recursos humanos (porque) eso es lo que soy para ustedes".

Así, de modo aparentemente tan sencillo, Bullrich blanqueó el nuevo paradigma educativo en la Argentina: en lugar de educar para ser más pensantes y libres y mejores seres humanos, el Estado macrista educa para transformar a las personas en meros trabajadores, condicionándonos para ello.

El mismísimo Huxley, que allá por los 50 pronosticara que el sistema capitalista iba a perfeccionarse tanto que terminaríamos amando nuestra propia esclavitud, nunca imaginó que, más allá de los regímenes totalitarios, su distopía cobraría vida en el sur de América del Sur.