Aliados y adversarios actuales
Si en un ejercicio de imaginación reuniéramos en un mismo escenario a los referentes políticos más importantes de la Argentina y les pidiéramos la opinión sobre San Martín, encontraríamos una adhesión unánime sobre su figura. Políticos enfrentados en la vida diaria contemporánea, repetirían el casete aprendido en la escuela primaria, la admiración hacia su figura. Es posible que el San Martín real, no el estereotipo de la historia mitrista, el edulcorado personaje de Billiken, no quisiera saber nada con muchos protagonistas actuales. La historia oficial omite mucho más de lo que informa, tergiversa muchas de las ubicaciones de los protagonistas, los convierte en elegidos insustanciales o réprobos inconsistentes; a los primeros los despoja de la sangre y la sustituye por el bronce y a los segundos los destierra al infierno de la historia.
SAN MARTÍN Y RIVADAVIA
Bartolomé Mitre escribió la historia oficial y dejó al diario “La Nación” como guardaespaldas. Y si sus coroneles brutales(Paunero, Sandes, Riva, Arredondo, Flores, Irrazabal) arrasaron las economías provinciales y asesinaron a sus representantes, los soldados periodísticos actuales como Mariano Grondona y Joaquín Morales Solá, Carlos Pagni y Pablo Sirvén, entre otros, cumplen su papel de periodismo ultramilitante al servicio de las peores causas, disfrazados de periodismo independiente y profesional. Lo acompañan un selecto grupo de intelectuales, ingresados a la Tribuna de Doctrina, a condición que dejen de serlos, cooptados por el prestigio que el establishment dispensa y los honorarios que paga. Así adelgazaron el grosor de su pensamiento, Álvaro Abos, Santiago Kovadloff, Marcos Aguinis y con menor intensidad, Beatriz Sarlo, porque es más astuta e inteligente.
El traductor del Dante y comandante de la guerra infame contra el Paraguay, calificó a Rivadavia como “el más grande hombre civil en la tierra de los argentinos” y San Martín resultaba lo mismo en el plano militar, situando a ambos en el mismo campo (hoy diríamos en el mismo modelo), cuando en realidad eran enemigos irreconciliables.
San Martín tenía una visión americana y Rivadavia meramente portuaria. El primero creía en una nación continental que no pudo concretarse precisamente por los intereses que representaba Rivadavia de los comerciantes del puerto de Buenos Aires. San Martín participó en el derrocamiento del Primer Triunvirato, centralista y antipopular, creación de Rivadavia, el cual lo integraba en carácter de secretario.
San Martín desobedeció las órdenes de Rivadavia de hacer intervenir el ejército que preparaba en Mendoza para actuar contra los caudillos provinciales: una forma clara de rechazar la obediencia debida alegada un siglo largo después por los genocidas de la dictadura establishment- militar. El clima adverso de los intereses portuarios le impidió regresar a Buenos Aires cuando su mujer se moría. Una carta que recibió del gobernador de Santa Fe Estanislao López le decía: “ Sé de una manera positiva por mis agentes en Buenos Aires que a la llegada de V.E. a aquella capital, será mandado a juzgar por el gobierno en un consejo de guerra de oficiales generales, por haber desobedecido sus órdenes haciendo la gloriosa campaña de Chile, no invadir Santa Fe y la expedición libertadora del Perú. Para evitar este escándalo inaudito y en manifestación de mi gratitud y del pueblo que presido, por haberse negado V.E. tan patrióticamente en 1820 a concurrir a derramar sangre de hermanos, con los cuerpos del ejército de los Andes que se hallaban en la provincia de Cuyo, siento el honor de asegurar a V. E. que a su solo aviso estaré con la provincia en masa a esperar a V.E. en el Desmochado, para llevarlo en triunfo hasta la Plaza de la Victoria. Si V.E. no aceptase esto, fácil me será hacerlo conducir con toda seguridad por Entre Ríos hasta Montevideo”
San Martín, en sendas cartas a O’Higgins del 20 de octubre de 1827, a Guido del 27 de abril de 1829 y al chileno Polenzuelos del 22 de agosto de 1842, enjuicia a Rivadavia en la siguiente forma: “Ya habrá sabido Usted la renuncia de Rivadavia. Su administración ha sido desastrosa y sólo ha contribuido a dividir los ánimos. Me cercó de espías y mi correspondencia era abierta con grosería. El me ha hecho una guerra de zapa sin otro objeto que minar mi opinión….. Yo he despreciado tanto sus groseras imposturas como su innoble persona…. En mayo de 1823, cuando resolví venir a Buenos Aires, (desde Mendoza), para dar el último adiós a mi mujer, se apostaron partidas en el camino para prenderme como a un facineroso”. Por tal causa, el libertador San Martín sólo pudo viajar en diciembre, cuando ya hacía cuatro meses que había fallecido su esposa, o sea, el 3 de agosto de ese año. “Sería cosa de nunca acabar, si se enumerasen las locuras de aquel visionario –dice San Martín- creyendo improvisar en Buenos Aires la civilización europea con sólo los decretos con que diariamente llenaba lo que se llama archivo oficial”
La preparación del ejército de los Andes, lo realizó con mano de hierro, muy alejado de la historia almibarada oficial. El historiador Pablo Carmogli escribió: “Mendoza era una sociedad muy tradicional, conservadora, con autosuficiencia económica pero muy acotada en cuanto a diversificación productiva. Tenía muy poco intercambio comercial. Era una sociedad muy particular surgida a partir de un fuerte aislamiento que había tenido por su vinculación con Chile. Estaba en un escenario alejado de la contienda armada. En cuanto a lo militar el punto de partida eran los veintinueve Blandengues que estaban en el fuerte de San Carlos, es decir, el punto de partida para San Martín fue realmente la nada…. San Martín no sólo fue jefe del Ejército de Los Andes sino que fue gobernador de Cuyo y, como gobernador, desempeñó una política específica. Por ejemplo, la mayoría de los ramos del presupuesto mendocino tuvieron recortes, salvo el correspondiente a lo militar y a la educación, que nunca tuvo recortes presupuestarios. Hay una carta que él dirige a los maestros de Mendoza donde especifica cuál es el sentido ideológico que tiene la educación.
Es muy interesante el planteo que hace ahí. También la creación de los hospitales que, si bien eran hospitales militares, servían para toda la sociedad. La cuestión del modelo productivo también era muy importante. Si bien responde a una necesidad militar, tiene que ver con una concepción política: la cuestión del pleno empleo, el salario digno, garantizar al patrón que el empleado va a trabajar pero garantizar al empleado que va a tener un salario digno y un trato digno por parte del patrón. Eso lo establece en un pacto y lo hace cumplir a rajatablas. Hay todo un trasfondo ideológico en ese modelo. Por eso es interesante describirlo y ver los alcances que tuvo….. Si la sociedad mendocina, como se suele decir, aceptó de buena gana todas las extracciones impositivas, los empréstitos, las expropiaciones..... ¿Por qué ese control tan fuerte de la sociedad? Bueno, porque evidentemente hubo contradicciones, conflictos, intereses en disputa que San Martín tuvo que saldar. En ese sentido también fue muy inteligente. Si bien a falta de acuerdo imponía sus órdenes, siempre demostró su preocupación por los intereses comerciales de la élite y por eso va a peticionar varias veces a Buenos Aires para que controle el ingreso de mercadería extranjera, para que bajen el monto de los impuestos extraordinarios que pagaban en Cuyo. Entonces la élite dice: “Bueno, este tipo nos saca, nos pide y pide, pero también se la juega por nosotros….. San Martín tenía un proyecto mucho más profundo que la élite de Buenos Aires que pretendía heredar el poder colonial sin transformar la sociedad. Por eso los conflictos con el artiguismo, con el Litoral y con el propio San Martín que siempre fue muy independiente y autónomo respecto a los poderes centrales. Privilegió siempre a sus tropas y a la población que le tocó gobernar en Cuyo. Esa independencia era mal vista en Buenos Aires. La tensión se confirma en el 19. En aquel momento, el directorio porteño ordena a San Martín y al ejército del Alto Perú que vuelvan para luchar contra el artiguismo. El ejército del Alto Perú retorna pero San Martín se niega a acatar la orden, renuncia a su cargo de general del ejército de las Provincias Unidas y asume el cargo de general del ejército chileno y con ese cargo va a pelear por la libertad de Chile. Considera que no podía predominar la lucha interna con respecto a la lucha fundamental, que era la independencia del yugo español.”
Al respecto, incorporando lo amputado por Mitre, escribió el ensayista Alejandro Horowicz en el diario Tiempo Argentino del 17 de agosto: “…atribuyen a San Martín grandes dotes técnico militares, y muy pobres o directamente ninguna aptitud política. Esta última afirmación, que contiene la estructura argumental de la historia de Bartolomé Mitre, no sólo no condice con la verdad histórica, sino que nubla la comprensión que vincula ese pasado con este presente…… Si se piensa que Juan Martín de Pueyrredón era un exiliado político porteño en San Juan, y que deja de serlo para transformarse primero en diputado de San Martín en el Congreso de Tucumán, y después el congreso lo pone a cargo del ejecutivo, con el apoyo mayoritario, queda claro que la destreza política de San Martín no es precisamente pequeña. No sólo construye las condiciones políticas requeridas para la victoria militar, sino que además forja el instrumento de esa victoria, y la estrategia que permite materializarla. Chacabuco es la primera batalla de semejante calidad política; surge de un cruce calculado con día y hora de arribo, para que las dos columnas principales confluyan. Es decir, programa el punto del enfrentamiento para tener la iniciativa estratégica, y derrota desde esa previsión a fuerzas que obligó previamente a la dispersión por ignorar el punto de confluencia. Nadie en toda América era entonces capaz ni de programar, ni de ejecutar exitosamente semejante plan. Por eso, San Martín es el político revolucionario más importante de toda Suramérica en la primera mitad del siglo XIX.”
SAN MARTÍN HOY
Fomentar el mercado interno, propulsar hospitales y educación pública, mejorar las relaciones entre el empleador y el empleado, recurrir a empréstitos internos y expropiaciones, centrar todos sus objetivos en un proyecto latinoamericano (“Yo soy, por sobre todo del partido americano”), impulsar la independencia (“ La muerte es mejor que ser esclavos”; "Seamos libres, lo demás no importa nada”), en uno de los momentos más desfavorables, el de restauración de las monarquías europeas; promover la igualdad (“Donde come mi edecán, como yo”); combatir el triunfalismo("Una derrota peleada vale más que una victoria casual").
San Martín aplicó en Mendoza aspectos del “Plan secreto de operaciones” de Mariano Moreno, que Mitre escondió y que la historia oficial desconoció durante muchas décadas.
Ante estas posiciones y actitudes del San Martín real, la unanimidad sobre su figura se diluye.
Macri, Duhalde, Carrió, Alfonsín y De Narváez, que abominan de la actual política dirigida a la confluencia latinoamericana para reemplazarla por una vinculada a los países centrales, se encuentran ideológicamente identificados con Rivadavia y no con San Martín. La idea central de la independencia los encontraría temerosos de quedar “aislados del mundo.”
Quienes proponen ( Javier González Fraga, Martín Redrado, Adolfo Prat Gay, en nombre de Alfonsín, Duhalde y Carrió): bajar las retenciones, dejar la libre flotación del dólar, bajar el gasto público, reemplazando los ingresos faltantes por endeudamiento externo y limitando las prestaciones sociales, están en la misma trinchera que Rivadavia que contrajo el primer empréstito leonino con la Baring Brothers y decidió perder una guerra que se ganó contra Brasil.
A mucho de los progresistas actuales, la idea de llegar a Lima, centro del colonizador español, cruzando la cordillera y liberando a Chile, les parecería una loca aventura imposible.
Si Macri, Duhalde, De Narváez, Solá, Alfonsín, se arrodillan ante Clarín, consideraban imposible hacer quitas a la deuda externa, flaquean ante la ley de medios, acuden algunos de ellos como Macri o Carrió a pedir ayuda a la embajada norteamericana para erosionar al gobierno, su comportamiento está lejos de seguir un rumbo sanmartiniano. Están emparentados con Manuel García, mano derecha de Rivadavia, antecesor de Domingo Cavallo. El “hombre que se adelantó a su tiempo” le escribía a su mano derecha el 20 de septiembre de 1824, comentándole sobre el exilio de San Martín : “es mi deber decir a ustedes, para su gobierno, que es un gran bien para ese país, que dicho general, esté lejos de él”
Elisa Carrió hubiera denostado a San Martín al hacer sus análisis políticos circunscripta a la exclusiva mirilla de la corrupción al enterarse: “a José de San Martín se le imputa el cobro de una comisión en la compra de barcos para el traslado de las tropas de Chile a Perú. Un historiador liberal dice: “Desde Santiago, O`Higgins le hizo saber que la importante suma de dinero que habían mandado a Londres hacía seis años con Álvarez Condarco ( cuando fue a comprar barcos para la campaña) para que la depositaran a nombre de ambos, éste la había dilapidado haciendo apuestas en la bolsa. “Nos quedan solamente doce mil quinientos pesos para cada uno- se lamentaba Bernardo en lenguaje cifrado- y el importe suyo lo dejo en manos de Felipe del Solar” (“DON JOSÉ LA VIDA DE SAN MARTÍN” José Ignacio García Hamilton Editorial Sudamericana Junio del 2000 Página 259).
El desprecio a la inmigración latinoamericana, la discriminación hacia el cabecita negra, descendiente del ejército libertador y de las montoneras de los caudillos, sólo es posible al conocer una historia congelada y falsificada. El historiador Pablo Carmogli afirma: “El Ejército de los Andes es una muestra de lo que él pretendía, donde la mayoría eran civiles de Cuyo pero también cordobeses, riojanos, misioneros, porteños: hay allí toda una diversidad representada, algo que tiene que ver con este momento cuando la integración entre países está avanzando, cuando los argentinos dejamos de vernos como parte de Europa en América para vernos como americanos en América Latina. Entender que todo esto tiene que ver con este pasado es un poco comprender el triunfo de la revolución que quedó inconclusa en aquella época.”
No es aventurado suponer que San Martín estaría orgulloso del no al ALCA, de la Unasur, del discurso bolivariano, del fomento del mercado interno, de la restauración de buena parte de la legislación laboral, de la recuperación de parte de la industria nacional.
No es difícil que hiciera suya la frase de Jorge Abelardo Ramos que suele mencionar el Pepe Mujica: “Somos argentinos, uruguayos, bolivianos, ecuatorianos, brasileños, mejicanos o venezolanos porque fracasamos en ser latinoamericanos”
América Latina vive un momento excepcional con gobiernos que intentan concretar tareas inconclusas del siglo XIX que le costó la vida o el exilio a la mayoría de los próceres latinoamericanos. Es una idea tan revolucionaria que los poderes externos e internos del Rio Bravo hacia el sur, la boicotean sistemáticamente. Por eso cuando hay unanimidad sobre el San Martín muerto es necesario sospechar. Confrontar la realidad con las ideas del San Martín vivo divide las aguas, aclara el panorama y coloca a cada uno en su lugar. Ahí desaparece la unanimidad y los conflictos irresueltos afloran y se convierten en batallas a librar. Algunas de ellas se están librando. En ellas deben ponerse los mejores esfuerzos, porque, y no es una exageración, se juega un largo futuro.
Como dice el escritor uruguayo Eduardo Galeano: “Hay un único lugar donde el ayer y el hoy se encuentran y se reconocen y se abrazan. Ese lugar es mañana.”