A menos de un año para las elecciones presidenciales, el nerviosismo opositor sigue en ascenso frente a nuevas encuestas que reflejan el alto nivel de aprobación que posee el kirchnerismo. Las mismas explican las reacciones y el odio que emanan estos sectores hacia el Gobierno.

Una encuesta difundida por el diario Página 12 muestra que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner posee 49 por ciento de aprobación, mientras que el Frente para la Victoria posee un 35 por ciento de intención de voto.

Frente a estos números, los ataques, sin ningún tipo de argumento, comenzaron por los medios hegemónicos, donde por ejemplo, Jorge Lanata, disparó contra el ministro de Economía, Axel Kicillof, al tiempo que Mirtha Legrand hizo lo propio con el jefe de Gabinete Jorge Capitanich.

El empleado del Grupo Clarín comparó la gestión de la cartera económica con un maxikiosco, y consideró que si Kicillof trabajara en este comercio hubiera sido despido, y hasta “le hubieran pegado un tiro”. En el mismo carril, la diva de los almuerzos confesó que no soporta a Capitanich porque no le gusta su forma de hablar.

Este escenario, sumado a la incertidumbre que genera la falta de propuesta por parte de la oposición, dan lugar al incremento del odio, como se confirmó en la escasa convocatoria del cacerolazo del jueves pasado, esa que ni siquiera quisieron levantar los mismos medios que la auspiciaron, para no quedar pegados al fracaso.

Según afirmó una cacerolera, las marchas opositoras son “pacíficas”, aunque en las imágenes del informe de 678 se observa cómo los manifestantes atacaron al equipo de Duro de Domar, y se la pasaron insultando a los trabajadores, a la Presidenta y a quien se les cruzara, criticando de forma injustificada y sin argumentos sólidos.