Una vaquita para quien paga Ganancias
“¿ Quién no sabe que la primera ley de la historia, es que el autor no debe atreverse a contar nada más que la verdad ?” (Cicerón)
Hubo una época, antes de la dictadura, en que la solidaridad abarcaba transversalmente a la sociedad. El reaganismo allá y aquí la masacre, iniciaron la disgregación social y el deseo de vender a quien fuere para sobrevivir. Tiempos en que el Otro no importa. Solamente poseer más.
Dos mil años antes de Cristo, los egipcios dibujaron en algunos muros a un gato cuidando gansos, metáfora de entregar el poder a quien nos va a comer. Puede ser otro Gobierno, el FMI o el Banco Mundial. Elija.
Desde hace 12 años rige en nuestro país un proyecto que contrasta con el neoliberalismo de los 28 años anteriores. La idea neoliberal es fomentar la oferta (aunque nadie pueda comprar) pero no la demanda, que suma inclusión. Se opone al consumo popular y prefiere exportar. Al distribuir, los Kirchner han sido para ellos iguales al Diablo. Da risa.
Tan ridículo y pedante es el comportamiento humano que Homero dijo que el pequeño monte Olimpo resonaba con las risas de los dioses.
Dijeron que la globalización y la desigualdad arribaron para quedarse. Se verifica en Europa. El periodismo no es tan hipócrita por lo que dice como por lo que calla: que la codicia y el lucro destruyeron a la gente y el clima del planeta y lo arrojan a una hecatombe. De la que no saldrá.
Aquí la fría derecha y los medios son el Ministerio de Propaganda de la globalización. Ésta domina el universo. Y ordena a cipayos locales. Ejemplo: pagamos los medicamentos más caros que en España y en los EE.UU, pero en Inglaterra cuestan un tercio menos que en EE.UU. Pongamos Precios Cuidados en los medicamentos. Para reír, no llorar.
Según Platón, admirable pero ruin amante de los tiranos, la risa no es cosa seria. Al contrario de lo que dicen ciertos musulmanes, Mahoma creía a la risa valiosa. Por ello, condenó la falta de humor en la vida.
La “Democracia” autocrática busca excluir. Esos gastos “inútiles” que piensa recortar, son todos los que favorecen a las mayorías populares. Volver a desmantelar el Estado privatizando para beneficio de amigos.
Según Verbitzky el presidente de la Corte Lorenzetti, le escribió que “quieren dictar una ley de prescindibilidad para todo el sector público”. Clarito: hasta 2002 hubo 178 paritarias y en los últimos 12 años 1.963. Si gana un opositor, volverá el despido. Y a las paritarias las borrarían.
Las cámaras patronales presionan para pagar menos impuestos. Y lo prometen dos candidatos presidenciales. ¿Qué harían si vencen? Los conservadores plantearían reformas regresivas, como la ley señalada. Cercenado el sistema tributario, pedirían plata al FMI. Otra vez deuda.
Pocos exhiben honesta vergüenza, frente a las ironías que los critican. Un poeta del siglo VI antes de Cristo, Hipognato de Éfeso, en ese bello pueblo griego del que quedan ruinas, recordó que si algunos estaban avergonzados, se colgaban. Quizá lo hizo algún fiscal de aquel tiempo.
La oposición, los medios hegemónicos y los empresarios, se inclinan por una devaluación de al menos 50 % que, según ellos, se producirá sola. Por el “mercado”. Lo señaló un candidato: dejar al dólar “flotar en libertad”. Originaría un efecto en cascada: inflación, la suba de precios por los formadores (son amigos suyos), salarios bajos y el desempleo.
Un “ajuste” a la medida del FMI. Otros, piden un dólar más competitivo pero que no afecte el salario real ni empleo. Ilusos: no se puede lograr.
Dijo alguien que la sátira puede ser la carcajada de la razón frente a lo solemne. Uno lo cree si lee a Rabelais, a los enciclopedistas o Diderot.
Hay temas que ni necesitan su preámbulo. Uno, es el del sindicalismo argentino, que integran generalmente hombres sin formación teórica, llegados a sus cargos desde la lucha reivindicatoria por mejor salario.
Pero nunca cuestionan el modelo agroexportador que nos agobia. Así, festejaron el revolucionario 1° de mayo con poco fervor. Se olvidó a los Mártires de Chicago. Antes memoraban su lucha. Nadie se iba afuera.
Hay excelentes y probos sindicalistas, fuera de los focos de la tele. Allí la mayoría se deja influenciar por los medios hegemónicos y sus fieles empleados. Éstos ganan mucho y sugieren pagar menores Ganancias. Dan letra a los sindicalistas para un paro nacional. Exigen nueva crisis.
Más que “decir la verdad”, uno señala las parodias de los demás. Esto es el humor. Y lo que inquieta de 6,7, 8: desnuda lo oculto de los otros. Marca sus contradicciones, cuanto encubren, aquel doble discurso. No denuncia: los pone en evidencia. Desvelar que alguien dijo algo ayer y ahora lo opuesto, es odioso. Le ocurre incluso a un candidato nuestro.
En lugar de recordar al 27 % sin trabajo del 2002 (frente al 7 % actual) y la creación de casi 6 millones de puestos de trabajo, la rabia sindical la enfocan hacia el Gobierno y no contra los sectores concentrados de la economía, usualmente aliados de sindicalistas traidores a las bases.
Sócrates apuntó que nos burlamos de quienes se sienten superiores a nosotros sin serlo. Lo aplicamos a varios sindicalistas agrandados por su poder. Como los censuraba ayer Eva Perón. No olvidemos que ella fue sola en su época a la Unión Ferroviaria a criticarlos por un paro en un momento difícil del país y los tildó de desagradecidos. Como ahora.
No le hicieron caso. Un proceder absurdo. Con su mente privilegiada, ella previó que esos dirigentes perderían todo lo ganado. Y ocurrió, al derrocar la derecha a Perón con el golpe de1955. Pero ella no estaba.
Para los desmemoriados adrede, recordemos lo que se disfruta ahora: paritarias, suba de asignaciones familiares, AUH, el plan Progresar, el Procrear, Plan Jóvenes con Más y Mejor Trabajo y casi 4 millones de netbooks, movilidad jubilatoria y moratoria para jubilarse, estatización de las AFJP, los Contratos de Trabajo, nuevo Estatuto del Peón Rural, Contrato de Trabajo para Personal de Casas particulares, el Renatea (Registro Nacional de los Trabajadores y de Empleadores Agrarios), la Ley de Prohibición de Trabajo Infantil. Sólo algunas de estas 48 leyes laborales sancionadas y desplegadas en el período del kirchnerismo.
Voltaire pregunta en su “Diccionario filosófico”: “¿Hay que recurrir a los fraudes piadosos con el pueblo?”. Luego responde: “Os aseguro que ningún filósofo tendrá la seguridad de que la Providencia no reserva castigos a los malos y recompensas a los buenos”. Ojalá sea verdad.
De ser mentira, conviene a la oposición. Pues el asesor Miguel Broda, sostuvo que “las crisis son el paraíso” para un próximo gobierno. Dijo que es más fácil reconstruir una casa destruida que la “simplemente agujereada”. Sería ideal que en estos meses, la crisis dañe al modelo.
Para aplicar entonces el “inexorable ajuste”. Lo hizo Raúl Prebisch tras el golpe de 1955: señaló falsamente que el país estaba fundido y con esta falacia pudo devaluar, entró al FMI (lo cual Perón había eludido) y comenzó a girar esta rueda de préstamos, intereses y deuda externa.
Uno puede burlarse de cualquiera, y de sí mismo. Hasta de la escuela socrática, como hace Aristófanes en “Las nubes”. Nos recuerda a los periodistas de los grandes medios: “Habitan hombres que hacen creer con sus discursos que el cielo es un horno que nos rodea y nosotros somos los carbones. Ellos enseñan, si alguien les paga, de qué modo pueden ganarse las buenas y las malas causas”. Cambie “el cielo” por “el Gobierno”, y “nosotros” por “la gente”. No lo dude: hoy periodistas “enseñan, si alguien les paga” estar a favor o en contra de una causa.
Muy felices. La derecha (basada en teorías de Von Hayel y el Nobel procesista Milton Friedman) afirma que el Estado nunca debe regular nada, pues así perjudica al sector privado. Cuando interviene lo acusa de populista, porque frena la “libertad” de esa economía de mercado.
La iguala a las libertades civiles. Por ello los medios hegemónicos, los opositores y la Corte Suprema, han sido reacios a aplicar una Ley de Medios no dictada por ellos y votada hace 6 años. El presidente de la Corte sugiere, abogando sutil por los derechos de las minorías, que el Poder Judicial debe frenar, contramayoritario, a los poderes Ejecutivo y Legislativo si perjudican al establishment. Todos defienden a la ideal “república”. ¿Que siempre debe amparar a la derecha? Parece que sí.
Ejemplo: al rubricar la Corte la Ley de Medios (2013), el cableoperador de “Clarín”, Cablevisión, tenía el 43 % del mercado; debía reducirse al 35 %. Y en lugar de los 3 millones de abonados de entonces, en 2014 declaró 360 mil más: el 45 % del mercado. Una burla a la justicia. Si la derecha siempre tiene razón, entonces ya no la posee la Constitución.
Los filmes de Chaplin, el mayor genio que dio el cine, satirizan a todas las clases sociales. Y otros talentos (Fellini con aquel frívolo desfile de modas para sacerdotes y monjas en “8 y medio”) saben ofender con el arte. Fellini causó dolor. Pero la Iglesia calló; toleró esa mordaz sátira.
La pueril exigencia sobre Ganancias surgió pues desde hace 30 años la gente cree que comprar la hará feliz. Clase alta, clase media y clase baja, se comparan con quien está un escalón más arriba. Viven en una perpetua insatisfacción. Malos dirigentes no le relatan el temor lógico que hay en Europa desde hace 10 años: bajar. Por votar mal no hallar empleo, bajar de salario y clase. Perder todo. Aquí están en las nubes.
El patrón financiero de la derecha condiciona hoy incluso a los villeros. Esa falacia de cobrar más para vivir mejor, acarrea mayor desdicha. El consumo materialista no servirá: siempre deseará más de lo que tiene.
La avaricia hace guardar. Otros están programados para gastarlo todo. Y consumir más de lo necesario, revela un irresuelto vacío existencial.
Desde ya, no queremos insultar a nadie. Lo que ofende puede ser algo que vale la pena decir. Mejor es utilizar la sutileza, y no vituperar para luego disfrazarlo de artístico como se aprecia muchas veces en la tele.
Ganancias no es un “impuesto al trabajo”. Su espíritu, es mantener la recuperación de derechos, la conquista de los nuevos (actual y futura) y planes para todos. Sólo paga el 11 % de los trabajadores. Con altos salarios. Mayor solución necesita el 33 % de los asalariados que están en negro. O la temida tercerización laboral. ¡Pero se quejan quienes ganan $ 20.000! Pagan $ 370. Esos sindicalistas no tienen vergüenza.
En Europa, de cada peso ganado, la mitad se paga como impuesto al Estado. En la Argentina, quien paga el impuesto a las Ganancias debe ganar de $ 15 mil hacia arriba. Queda claro: el 89 % no lo abona, está debajo. Si un asalariado casado con dos hijos gana $ 25.000, paga ya menos del 6 % de su salario: $ 1.479. La oposición sostiene que este impuesto se come el 30 % de los salarios. Falso. ¿Hacer huelga total por un 11 %? Huele a operación corporativa de los opositores. Por las elecciones. Porque sólo existen tres gremios que entran en esa franja.
Gremios privilegiados, no solidarios. Los integran jóvenes camioneros, los del ferrocarril y de la banca. La banca siempre fue de “cuello duro”, gente de clase media en ascenso. Los camioneros tienen alto salario porque, al no haber trenes para transportar mercaderías, fueron en los últimos 20 años los dueños del transporte en el país. Juran integrar el “peronismo”. En realidad, son dirigidos por empresarios. Aliados hoy a las corporaciones opositoras y a medios hegemónicos. ¿Por qué será?
El dirigente que se ofende fácilmente, revela tener un gran complejo de inferioridad. Quizá por eso sus favoritos son los que lo alaban día tras día. De ese modo sólo expresa fútil arrogancia. Porque siempre es más útil humillar al otro con su misma arma: sarcasmo. Para ello, algunos deben agrandar sus modales y su lenguaje; nunca su panza.
¡Ah, la tele! Desde el estudio de TN un líder antes respetado, Moyano, decretó en 2013 huelga nacional porque le investigaban una supuesta cuenta en el exterior. Fue humillante, dijimos en reunión con muchos compañeros, que el resto, 185 dirigentes sindicales (había varios en la reunión) lo aceptara sin asamblea. A dedo. Y hace poco, la UTA paró el país cesando el transporte por el odiado impuesto a las Ganancias, cuando no lo paga el 98 % de sus afiliados. ¡Pararon por sólo el 2 %!
Los tangos, hoy despreciados aquí y amados afuera utilizaron aciertos para reírnos de los defectos ajenos. Existen dirigentes sindicales a los que retrató “El que atrasó el reloj”, de Enrique Cadícamo: “Levantate e' la catrera/ que voy a quemar el colchón. /¿Querés que me deschave/ y diga quién sos vos?/ ¡Vos sos che, vagoneta / el que atrasó el reloj!".
Ahora los del ferrocarril manifestaron su desilusión con la disminución explicada por el ministro Kicillof en forma clara, como ninguno anterior. Esto beneficia al 68 % de aquel 11 % que paga. ¿Por qué? Porque su salario promedio en 2014 fue de $ 22.770, y en 2015 será al menos de $ 30.000. Del 11 % de trabajadores que paga, un 3,2 % pagará poco. Se quejan y tienen salarios de la clase alta. ¿Se creerán parte de ella?
Omar Maturano, secretario general de La Fraternidad, ha llegado al extremo de pedir (por falta de solidaridad) subirles el boleto a 500 mil pasajeros diarios. Para que solamente 16 mil ferroviarios ganen más. Desinformado dijo que no deben pagar impuestos. ¿Y la recaudación?
¿Con qué la reemplazaría? No supo responder. Lo mismo pasa en la Unión Ferroviaria. Cierto dirigente “trotskista”, enemigo de Randazzo, contrariando a la mayoría de expertos y sin un fundamento certificado, adjudicó a los malos frenos los accidentes y defendió a dos motorman causantes de muertos y heridos: uno en el Once y el otro en Castelar.
El segundo motorman huyó del lugar. Esta actitud, que hace décadas avergonzaría a un obrero del ferrocarril, hoy da lo mismo. Sólo cuenta su bolsillo. Paran de golpe, dejando a la gente en la calle a las siete de la tarde, sin poder ir a su casa. Luego, condenaron a estos motorman.
“Pero, al fin, todo se acaba en esta vida rastrera/ y se arruga el más derecho si lo tiran a doblar; / vos, que sos más estirado que tejido de fiambrera,/ quiera Dios que no te cache la mala racha fulera/ que si no, como un alambre, te voy a ver arrollado”. (“Mala entraña”, C. Flores).
Trabajan para el Estado y son anti estatales. Incluso piden los señores ferroviarios una baja en los subsidios a los pasajes, a la electricidad y al gas. Que son, para la población, un salario indirecto. Como la salud gratuita en los hospitales y colegios públicos. Es penoso que gente de ese nivel intelectual, dirija a los gremios. Refleja un retroceso del país.
En el primer peronismo (1946) el 11 % de los legisladores de ambas Cámaras eran obreros. Aunque los detuvieron tras el golpe, a ninguno se le probaron delitos. ¿Los puede comparar con los egoístas de hoy?
“Todos juntos en un mismo masacote / nos vendieron en un lote/ el talento y la idiotez, / al que mete los deditos en el tarro/ y al que arrastra como un fardo / su honradez”. (“Vamos en montón”, E. Blázquez)
Trotskistas que traicionan a la clase trabajadora y ayudan a Magnetto. Con su vieja técnica de “desgaste y derrocamiento” del gobierno, que denunciara Rosa Luxemburgo. El trotskismo intentaba, originalmente, “la expropiación de la industria, de los transportes y los bancos” bajo el control de los trabajadores. No boicotear ferrocarriles para aumentar el costo del pasaje, leer mensajes de celular, chocar y matar a pasajeros.
Pero cuando esos dirigentes lean un libro lloverá de abajo hacia arriba.
Les da lo mismo que con el impuesto, el Estado cubra prestaciones de otros ciudadanos/as. Con sus altos ingresos ellos pueden anotarse en el Plan Procrear, aprovecharlo y pagar pocos intereses por diez años.
A los ventajeros no les preocupa que el Estado, al bajarles impuestos, haga un sacrificio. La diferencia la pagamos todos. No es real que los 70 mil millones del impuesto puedan ser reemplazados con 16 mil de impuestos a la renta financiera y a plazos fijos. La gente rechazaría los plazos fijos, e iría a comprar dólares. Y el dólar subiría de golpe. Los que ahora exigen el impuesto financiero (Massa, Michetti, Solá, etc) al presentarse el proyecto en el Congreso, votaron en contra. ¡Qué farsa!
Para quien responde con censura o muerte (el caso de Charlie Hebdo) Francisco de Quevedo dijo: “No he de callar por más que con el dedo/ ya tocando la boca o ya la frente, / silencio avises o amenaces miedo”.
Del gastronómico, otro gremio enemigo del proyecto, el 99 % no paga Ganancias. Aunque está primero en la lista de quejosos. ¿Es por más caja, desestabilizar al gobierno, o rechaza que el Estado redistribuya?
“Me la dieron como a un zonzo, pegadita con saliva, / más mi cancha no la pierdo por mal juego que se dé/ y, si he quedado arañando como gato panza arriba/ me consuelo embolsando la experiencia que gané”. (“Barajando”, E. Méndez)
Después, estos doce años le devolvieron al salario el rol del peronismo que sostuvo un Estado Benefactor. Y no lo destruyó como la dictadura, Alfonsín, Menem, De la Rúa y Duhalde. Esta bienvenida ampliación de derechos del kirchnerismo, precisa recursos que la sostenga. Y pronto.
Parece ignorarlo otro falso trotskista: el de los subtes. Ganan mucho y paran de improviso, por tonterías. Individuos que desconocen por qué lucha un dirigente sindical. Ninguno vio “Los compañeros”, ese film de Mario Monicelli, 1963. Vean y aprendan cómo actúa un buen dirigente.
“¡No es por hablar mal, qué esperanza! / Pero hoy, compadre, hasta los orres remanyados / son potentados o diputados/ y están con los de arriba, acomodados”. (“¡No es por hablar mal!”, Manuel Romero)
Esperemos no volver nunca a esos tiempos que pintó E. Cadícamo en “Al mundo le falta un tornillo”: "Si habrá crisis, bronca y hambre/ que el que compra diez de fiambre/ hoy se morfa hasta el piolín". Nunca más.
Los que votaron al macrismo en las villas y los barrios periféricos o del centro de la ciudad demostraron que el colegio no les sirvió de mucho. Hace diez años había 64 convenios laborales, ahora suman 1.400. Ni valoran 12 paritarias que otros ministros (Melconian o Espert) sacarán.
“Yo también entré a jugar / confiado en la ceguera del azar / y luego vi que todo era mentir / y el capital en manos del más vil.” (“Suerte loca”, F. G. Giménez).
¿De dónde vino tanto desgano? De no aprender. Huyen de la historia. Y las bases, de la lectura. Pero la juventud ha despertado. Y renacerá.
Ahora que la gente pasa más tiempo en sus celulares, en Facebook o visualmente que en el contacto real, no es mala idea empujarla a leer.
Dijo la Presidenta: gobernar “no es para blandos ni para tibios”. Siete palabras definiendo valores morales de unos y otros, por comparación: la fortaleza para enfrentar a las corporaciones, y en otros la debilidad; y el liderazgo para soportar embates, en comparación con la cobardía.
Usted también compare, para resolver si alguien será limpio y honesto. Debe intuir, compararlo con otros políticos: quizá sucios, deshonestos.
En este espectral mundo bizarro, incluso Facebook abrió un Club del Libro. De seguro, esto pondrá de moda leer. Les haría bien a muchos. ¡Pero si detestan pagar impuestos, señores, sigan guardando su plata! Hace años que esperamos ver a un coche fúnebre con algún camión de caudales detrás, llevándola al cementerio. Aún no vimos a ninguno.
¿Por qué incluir tangos? Porque es aun la “música clásica” de Buenos Aires y cuando niños, lo era de todo nuestro país. A la belleza musical, se agregaron letras como la de “A un semejante”, de Eladia Blázquez.
“Vení, charlemos, sentate un poco/ no ves que vos sos mi semejante, / a ver, probemos, hermano loco, / salvar el alma cuanto antes; / es un asombro tener tu hombro / y es un milagro la amistad, / sentir tu mano fraternal,/ saber que siempre para vos/ el bien es bien y el mal es mal”.
Para algunos, exhibir sentimientos solidarios es ser un tonto y ofender al lógico “primero yo” Hace años, nos cruzamos en la calle Florida con Sergio Renán, que preparaba un film. Entusiasta, abrió el guion. Allí lo hojeamos: “Hermoso título”, dijimos. Se asombró. Señaló que pensaba cambiarlo, a muchos les parecía vulgar: “Sentimental”. Sonreímos con malicia: “¿Por qué? ¿Acaso los porteños no somos sentimentales?”. Él también sonrió. Se puso contento, asintió. Y decidió dejar aquel título.