Escribí el libro “El lado Norita de la vida” luego de reunirme con ella varias veces en su casa. Con el tiempo fuimos afianzando una amistad de la que hoy me siento orgulloso. Después de escucharla mil horas, de estudiar su historia y su modo de vivir, me siento en condiciones para trasmitir la receta que le robé: el secreto para no envejecer. Y aunque no fui autorizado, mejor pedir perdón que permiso me dijo ella alguna vez, quiero compartir con las lectoras y los lectores que deseen llegar jóvenes a los 90, como Norita, los ingredientes de la receta:

   Deben resistir los embistes de la vida con toda la entereza posible. Que el deseo comande cada día. Nunca perder el entusiasmo. Transformar el dolor en lucha. No olvidar. Despertar cada mañana sabiendo que siempre hay algún motivo para levantarse y salir. Enfrentar a todo gobierno y representante del poder que obstaculice el acceso a la verdad, la paz y la justicia social. No bajar los brazos cuando lleguen esos golpes que nos arrebatan, como le sucedió a Norita el 15 de abril de 1977 cuando su hijo Gustavo fue secuestrado y sigue desaparecido. Estar entre jóvenes. Cada tanto cenar en algún bodegón papas fritas con huevo frito y beber vino tinto hasta la madrugada, dormir cinco horas y seguir andando. Si nos caemos, levantarnos. Estar a favor del uso medicinal del cannabis y del aborto legal, seguro y gratuito. Apoyar el fútbol femenino. Rechazar toda forma de violencia. Ir a las marchas de Las Madres de Plaza de Mayo los jueves a las tres y media, haga mucho calor, un frio intenso, o llueva torrencialmente; porque allí, como dice Norita, sucede la magia del encuentro y del amor, y se sostiene el reclamo y la memoria. Disfrutar de la soledad como de las compañías. Viajar en colectivo y en el Sarmiento, así como en auto, en avión o en moto. No quejarse. Ser positivos. Reír. Estar en todos los lugares donde haya alguna injusticia, en Japón como en Chile, en el Hospital Posadas como bajo una mina en Río Turbio. Caminar con todes, de día y de noche, por las calles del conurbano, en la Recoleta, o donde alguien necesite que le demos una mano. Estar en las marchas de las mujeres, la del orgullo LGBT, en las huelgas, tomas, y en la calle, siempre, con quienes estén reclamando mejores condiciones laborales, sociales y económicas.

   Ahí les dejé la receta que le robé a Norita para no envejecer, sé que parece imposible. Pero en el camino de intentarlo, si fallamos en algo, al menos llegaremos a viejos siendo mejores humanos.