Llega una nueva misión del FMI
El segundo programa del FMI que sobrevino luego del chasco del primero, también ha resultado un fracaso en términos de inflación y nivel de actividad, lo cual nutre la ansiedad de inversores y mercados que ven apagar las luces de esta economía.
Ante la caída de la recaudación de marzo, el FMI le ha permitido al ministro Dujovne la reducción de la meta de superávit primario que estaba prevista para el segundo trimestre, desde $40.000 millones a $20.000 millones. ¿Un aporte adicional a la campaña? –se pregunta la oposición. Aunque el aritmético desvío fiscal se presentará justo en el último trimestre del año, cuando se verifique la realidad del déficit anualizado que impedirá seguir realizando desembolsos. Así las cosas, se detonaría la verdadera granada con perdigones a diestra y siniestra.
-¿Temen ahora los inversores que tomaron conciencia de las dificultades hasta la finalización del mandato de Macri?-Pues sí. Si temen, y permanecen agazapados.
Dicho de otro modo, si así no fuera-si no temieran un desenlace apresurado de la crisis financiera-, tendrían seis meses de tiempo para seguir especulando y ganado toneladas de dólares con el fenomenal “carry trade” que acompaño, y por el cual sera recordada para siempre la presidencia del ingeniero Mauricio Macri.
En el aspecto político, si bien hubo un blanqueo oficial de las encuestas electorales oficialistas en abril-ya no se podían seguir enmascarando -, estas concitaron gran inquietud y anticiparon la prevista fuga de inversores, acorralados por la caída de la recaudación, la destrucción de la actividad económica y un reclamo social creciente, como desde 2001 no se veía. En marzo los sondeos de encuestadoras oficialistas organizadas ya exponían la igualdad competitiva entre Cristina Fernández y Mauricio Macri, que suscitaría un eventual ballotage. En abril, el eventual triunfo de Cristina era inocultable. Inclusive fuentes informales, le daban mucho mas de los reconocidos nueve puntos de ventaja sobre el candidato Macri.
Sabemos que seis meses de tiempo es una vida en una elección presidencial, pero lo cierto es que hoy crece la evidencia que si se presenta, Cristina Fernández podría regresar a la Casa Rosada. El regreso contingente de la ex presidenta no tiene nada que ver con la fuga de capitales. Los capitales privados llegan, hacen su negocio y cuando los números cierran-como ha sucedido-, no tienen ninguna razón para permanecer y realizar experimentos ni financiar aventuras políticas.
Ya podemos hablar abiertamente, porque el presidente llamó a su mesa, a todas las fuerzas vivas y aun a quien hasta el momento era el ejemplo de todo “lo que no había que hacer” en un gobierno. -¿Acaso se trata de frenar el riesgo que corren las fuentes de trabajo-empresas-, o revertir la destrucción de 250.000 puestos de trabajo en doce meses?-¿Sera para dar por aceptadas las imbricaciones de Cambiemos con los privilegios, las desigualdades y las exclusiones que estuvieron enmascaradas a través de sus formulaciones marketineras?-¿Sera una reunión de adhesión a los 10 puntos, con neutralidad de contenido, saturada de negacionismo?
El actual es un escenario paradójico, plagado de contradicciones: A Cristina: ¿“hay que meterla presa por chorra” o es una líder imprescindible para que el FMI no le retire su apoyo al país? Desde diciembre de 2016 los ciudadanos no gobernaron a través de sus representantes, estos no establecieron ni siquiera restricciones modestas a los capitales financieros de corto plazo, gran parte de la oposición tampoco ayudó a frenar las legislaciones y normativas que hasta hoy, fueron beneficiando a unos pocos de manera episódica, a pesar de las aseveraciones rutinarias de alivio.
El esfuerzo social de reducir el gasto primario viene siendo desmoralizante para la población que desconoce de política económica. El malestar social crece y reduce las chances del oficialismo-canibalizando aun el plan V-, lo que presiona al alza el riesgo país y el tipo de cambio, con riesgo de otra vuelta de ajuste monetario, sintetizando un círculo vicioso harto conocido ineficaz. Como sugiere Foucault, la economía es una ciencia lateral con respecto al arte de gobernar, que no puede ser la ciencia del gobierno. Opuestamente al enfoque del FMI, la economía y la libertad de los mercados constituyen el límite de la política, y eso no se puede tocar sin consecuencias.
En diciembre de 2015 el FMI no estaba. Lamentablemente hoy se están pagando los excesos-la verdadera fiesta de los globos amarillos-2016-2017, más las fallas 2018 del FMI apoyando una gestión económica contradictoria. Cambiemos descubrió cómo detener el tsunami mediante un “trade off” (para lograr un objetivo ahora, hay que sacrificar otro para después), “penen ahora y mañana serán felices”. Paradójicamente, el apoyo del FMI ha permitido la potenciación de altas tasas de inflación, evitando los riesgos de default, mediante otro “trade off”, “paguen ahora y quiebren después”.
A la pesada herencia del próximo gobierno le preexistirá una brecha de déficit global de 9/10 puntos del PBI, esto es alrededor de entre u$s45.000 y 50.000 millones de dólares, que hoy es financiado por los u$s 25.000 millones del FMI, u$s10.000 millones de generosidad del sector privado que ha renunciado involuntariamente al crédito, más el impuesto inflacionario recaudado por el Estado y, los depósitos en pesos y dólares del Tesoro, que en 2019 finalizaran con un nivel en extremo escaso. En 2020, los desembolsos del FMI serian algo más de u$s5.000 millones, pero ya no se podrá seguir reduciendo el crédito al sector privado que financia con lo que debería ser su propio crédito, cediéndolo para sufragar el déficit cuasi-fiscal. Un extraordinario pocas veces visto “crowding out” (expulsión del sector privado por parte del sector publico). Se carecerá de la creciente mayor capitalización de intereses de las LELIQ, por lo tanto, el próximo gobierno tendrá que dinamitar el déficit fiscal y cuasi fiscal, con no muchas opciones disponibles.
Cuando al decir de un ex presidente, “los únicos privilegiados” son los mercados (original: los niños), la democracia entera se ve amenazada. Al desaparecer de un plumazo la capacidad de establecer ciertos límites y entronizar la racionalidad de los mercados, el resultado es en extremo inefectivo.