Nuestros macroeconomistas cuantitativistas lucen fuera de contexto. Explota el COVID, estamos en 16.000 contagios, el mundo perdió la cuenta de la maquinita que imprime dinero inyectado, pero los agitadores siguen vendiendo miedo. Plantean la urgencia de entregarle el país al FMI, para salir corriendo a colocar deuda en los mercados voluntarios, repitiendo la ferocidad montada por Cambiemos. Siguen con los últimos setenta años, la presión tributaria, la doble indemnización por despido que perjudica la creación de empleo y la inversión, la asfixiante regulación de precios, la pobreza con la cual insisten-evitando hablar de desigualdad. Poco se dice de los u$s 3.000 millones que viene comprando el “Gobierno populista” en 2021, de la caída estrepitosa del blue desde los $195 a $141, reduciendo la brecha de una manera significativa de140% a solo 45%.

Dicen que “las críticas de Cristina Kirchner al FMI tuvieron un efecto negativo sobre el escenario financiero para la Argentina” (lanacion.com) on Instagram hace 5 días. No les parece bien que el dólar ilegal caiga, marcha en contra del manual de las mejores mentiras de la gentuza que opera políticamente a través del blue. Se supone que hicieron fuerza para que todos salieran a comprar dólares después de los discursos de Cristina, pero no pasó. El dólar no le obedece a los traficantes verdes. El billete procede como si tuviera confianza en la vice presidenta-según sus propios supuestos-. El dólar solidario oficial hoy vale 13% más caro que el dólar paralelo.

El relato nuevo era que el FMI aclaró que no se podían reducir los costos ni ampliar el plazo de 10 años para repagar la deuda argentina, como pretendía el Gobierno (Infobae 25-03-2021). Es porque no gerenciaron finanzas, que no saben que solo acordando el roll over de los vencimientos, la deuda puede llegar a refinanciarse 20 años o más-y hasta con una cláusula escrita-, con amortizaciones parciales, tasas más bajas que las de mercado, y podría haber un plazo de gracia para empezar a pagar dentro de 5 o 6 años, sin condicionalidades, lo cual implicaría un “break through” (Sign.: atravesar, abrirse paso, descubrir, tener éxito…). Este convenio se constituirá en el primer acuerdo de facilidades extendidas con ocurrencia innovadora, ningún Gobierno argentino anterior, ni de otros países lo han logrado. Aun nos reservamos más información, porque debe primar la prudencia en medio de una negociación.

El conflicto de intereses entre los dueños, ejecutivos y profesionales que fueron funcionarios entrando al Estado camuflados, para seguir haciendo negocios del sector privado, ya no tiene discusión. La sola referencia al periodo 2015-2019 nos debería eximir de todo comentario.  Hoy es obvio que tenían un manual para lograr una transformación radical con enormes transferencias de ingresos, que pudiera perpetrarse lejos del alcance de las antenas de la ciudadanía, de modo más o menos legal. El plan consistía en actuar en tantos frentes a la vez (como explicó oportunamente el Senador Bullrich) que quienes sean ajenos a la procedencia no se den cuenta de la metamorfosis hasta que fuera demasiado tarde.

Entre los numerosos ejemplos se cuentan las acciones del degradado ministerio de trabajo para destruir uniones de trabajadores sin confesar que ese era un propósito, ganándose el voto de quienes con mayor probabilidad iban a apoyar un gobierno reaccionario, utilizando al Estado para alterar las relaciones de poder y, para finalizar con todo vestigio de sindicalistas de peso. Macri reunió a los líderes empresariales y de la derecha para minar las conquistas laboriosamente conseguidas por los trabajadores. Tenemos la tendencia a ver los resultados del desastre como efecto colateral-errores de aquel Gobierno-, pero la labor guía y la aplicación del “mejor equipo de los últimos cincuenta años” revela que se trató en realidad de una estrategia consciente para “liberar zonas” de cualquier restricción o regulación del Estado.

Toda esta utilidad práctica conecta con la xenofobia que mantiene vivo el pensamiento de una derecha pertinaz respaldada por los más acaudalados supremacistas con apellidos iguales a los de los civiles que acompañaron como funcionarios y asesores de la última dictadura. Luego delirios de la vice presidenta que hablaba de populismo sin la menor idea, o el presidente del BNA que se oponía al acondicionador de aire y el plasma para todos-pero le prestaba dinero a una empresa días antes de presentarse en concurso preventivo-, un plan sistemático que apuntaba a disminuir la justicia social. Sabían por la historia que la  única manera en que puede proteger el exclusivo modo de vida que llevan, consiste en disciplinar al pueblo, enseñándole que una mejor calidad de vida no pueda llegarle a todos.

El verdadero conflicto de intereses que debe enfrentar la sociedad global, es aquel que existe entre lo que enseñan los profesores universitarios estadounidenses ligados a los intereses financieros y, las invenciones que se alojan en el cerebro del alumnado. Más tarde la clave es lo que esa impartición implica cuando regresan a nuestros países, constituyéndose en evangelizadores de mamón. El objetivo fue y sigue siendo simple: hace décadas instalaron a intelectuales como Friedman y Hayek en el centro de una enorme trama destinada a establecer medidas anti democráticas sin anestesia, contra las grandes mayorías.

Los incentivos a los que están sometidos los economistas y banqueros estadounidenses fueron una forma velada que pudimos reconocer en profesores de Columbia, Harvard y otras universidades con mucha claridad en la película “Inside Job”, desde papers escritos y borrados para el desastre de Islandia, hasta la crisis de las hipotecas, en connivencia con Washington. Reciben dinero en forma de asesoramiento de las corporaciones que son las que establecen, que es lo que se estudia en las universidades. La colaboración entre ciertas universidades, el sistema financiero y las grandes corporaciones es indiscutible, aun en nuestro país. Se enseña un marco teórico economico como si fuera teoría; es metódico y premia a los mejores y adictos al trabajo, castigando a los vagos que supuestamente no quieren hacer los esfuerzos necesarios. Meritocracia sin igualdad de oportunidades con individuos dispuestos a engrandecerse, al alcance de todos.

También los utilizan y financian para proveer todo lo técnicamente necesario con estrategias admirables y convincentes que permiten llevar a cabo sus objetivos políticos. Han pasado cuarenta y cinco años y la degradación de los estándares académicos en ciencias económicas es tan extraordinaria que se puede suponer que la realidad no importa, sino la disposición para generar los prejuicios ideológicos  que el establishment mundial y local necesita instalar en la sociedad. La virtud de los derechos de propiedad privada, la ilustración vulgar de cómo debe gastarse el dinero en una familia igualando al Estado para comportarse correctamente, en la Argentina es un clásico.

La extrema derecha actual argentina que dice malas palabras por TV, “el movimiento libertario” de los EEUU esclavista de hace ciento cincuenta años, profundamente anti democrático. Ellos ya son parte del proyecto de sus principales proveedores de honorarios en la Argentina,   poseen un enfoque economico con intenciones expresas de desarmar el Estado y propuestas piromaníacas como incendiar el BCRA. Las causas de la cacareada libertad económica y el abuso están históricamente entrelazadas desde siempre en todo el planeta, lo que hace muy dificultoso disgregarlas.

En la Argentina existe una nostalgia permanente por recuperar regímenes menos democráticos. Se suele hablar de setenta años de decadencia con esa finalidad, evocando las presuntas bondades de cuándo y quienes tomaban las decisiones no eran parte del pueblo sino una minoría poderosa.

El último asalto al Estado de la plutocracia de los CEO’s y la omisión de mecanismos democráticos debilitó los controles y equilibrios entre los poderes del Estado. Concedió las posibilidades para que los resultados fueran los que hemos visto. Ahora redoblan la apuesta, vienen por más y con libertarios fanáticos peligrosos.