Intensos y acalorados debates han generado los graffitis realizados por menores de edad a las nuevas unidades 0 kilómetro destinadas a la renovación total de la línea ferroviaria Sarmiento.

Una acción que originó cuestionamientos que tarde o temprano iban a surgir. Fue demasiado pronto, los trenes ni siquiera estaban en funcionamiento, la gente no había viajado. Todavía tienen ese olorcito a nuevo y ya les hicieron la primera "intervención".

El hecho generó broncas, enojos, justificaciones, exabruptos, discusiones sobre el graffiti y el arte, la rebeldía. Pero fundamentalmente abrió una interesante y necesaria discusión sobre el cuidado de lo público, lo estatal, lo de todos.

Por fortuna estos pibes solo tuvieron intenciones "artísticas" con los vagones y en sus manos llevaban nada más que pintura en aerosol. La custodia y seguridad de las formaciones dejó mucho que desear. Si en lugar de latas con colores, hubieran aparecido otros con botellas, nafta y trapos, la historia hoy sería muy distinta.

La pretendida intención artístico-¿rebelde? de estos graffiteros junior queda vacía. Detrás de toda expresión artística (sobre todo en el arte callejero) existe una connotación política, un mensaje más allá de los colores y las líneas. Lo estético no lo es todo.

Y no todo es lo mismo. Si lo que pintás es un tren nuevo, sin rodar, luego de casi 60 años sin que en el país hubieran trenes modernos, cuál es tu mensaje ¿artístico?. ¿Ser el primero que...? Triste, pavo. Solo algo de vértigo y adrenalina (la que consigo en una montaña rusa no tan alta).

No veo la rebeldía, la cual respeto y admiro profundamente. La actitud más hermosa, siempre.

No es lo mismo un graffiti en las paredes de una comisaría acusada por abusos autoritarios que en un tren 0 kilómetro obtenido por un gobierno democrático. Como tampoco es lo mismo que apareciera una pintada hoy en día en los muros de la Ex ESMA, a que ese graffiti hubiese aparecido durante los 90 cuando el gobierno neoliberal indultaba a los genocidas y pretendía transformar en dólares esos terrenos aún en manos de la Armada. Y ni hablar si la pintada aparecía en plena dictadura militar.

No es lo mismo.

La reconstrucción del Estado de Bienestar y la recuperación de esta noción por parte de toda la sociedad es un largo camino. Hay generaciones enteras, en las cuales me incluyo, que es la primera vez que vemos, que palpamos lo que el Estado es capaz de darnos.

Pero llevará tiempo, es otra batalla cultural librada (¡bienvenida!), ardua, no menos que otras anteriores. Batallas permanentes. Avanzando como sociedad. Si no peleamos, nos quedamos. Si nos quedamos retrocedemos. Y eso, somos muchos quienes no lo queremos.

Y no se trata solo de la valoración y el cuidado de bienes palpables y públicos como los trenes. Es algo más.

Me tocó hacer la secundaria durante el Menemato, como diría Pino en "Memoria del Saqueo".La terminé en 1996. En un colegio público. Durante esos años, por alguna razón que en ese momento no podía argumentar pero que era intensa y latente, me negaba a cantar el himno nacional. Tenía un rechazo por los símbolos patrios, la escarapela, el escudo, etc. No me representaban. La idea de patria que me vendían no me convencía. No me atraía.

¿Qué mierda era eso del respeto y la solemnidad a algo que no me representaba ni un poco? ¿Qué mierda era la patria en ese momento, para mi y algunos compañeros? ¿Era Menem, eran los milicos, era esa profesora hablando de Proceso de Reorganización Nacional y no de dictadura, de genocidio? ¿Era la privatización de todo? ¿Era Maria julia en bolas en una revista? ¿Era esa rectora amenazándonos con permitir la entrada de la policía si adheríamos a una protesta o a alguna marcha?

Recuerdo que el día de graduación había un fotógrafo dando vueltas y mi viejo le había pagado para que me sacara algunas fotos con el diploma. El tipo para identificar a los alumnos que tenía que fotografiar pretendía ponernos una escarapela. Nos negamos varios. Pobre señor, no entendía nada. Mi viejo, menos.

-¡Dale pelotudo, es la escarapela argentina, por qué mierda no se la quieren poner!
Nos decía mi viejo, enojado. Una rebeldía que no podíamos explicar demasiado bien, pero se trataba justamente de esto. De saber lo que es tuyo, pero que también es de todos. Algo que te contiene, una idea, un sentimiento común. Algo hermoso. Algo que encontré en un momento que no esperaba. Algo que busqué durante mucho tiempo.  Algo que era distinto. Algo con lo que me sentí parte.  Algo con lo que antes estaba enojado. Algo que ahora me motiva, me hace feliz. Algo que finalmente me representa. Algo muy potente.

Dos pibes de 17 años le pifiaron feo pintando unos vagones, pero nada más que eso.

Seguramente en algún momento, estos pibes encontrarán ese "Algo" que te cambia la cabeza, el corazón. Mientras tanto la batalla cultural está en marcha.

De trenes, graffitis y escarapelas.