Caras, conchetas, miradas, pebetas…
Existimos una generación de personas que estamos a caballo de la tecnología, y otra que la lleva puesta como si nada.
Hoy a un chico de 20 años le puede parecer una cosa natural; pero a mi, no deja de asombrarme el hecho mínimo, y hasta ridículo, de abrir un auto oprimiendo un botón desde aproximadamente 20 metros de distancia, o que los vidrios de ese mismo auto se levanten y se bajen automáticamente apretando un botón. Quiero decir que cuando niño, cuando los que rondamos los 40 y tantos éramos niños, imaginábamos eso como de ciencia ficción.
El raconto que se viene a continuación, les juro, no es una oda a la nostalgia ni a la melancolía, sentimientos de los que carezco, sino una línea que quiero recorrer para llegar a un estadío.
La bici con asiento banana, la carrera de cochecitos con masilla y una cucharita en la punta, las bolitas, las fichus, los carritos con rulemanes, y otras tantas cosas que estaré dejando de lado; tenían como factor común la relación humana persona a persona.
El conflicto que surgiera en cualquiera de esas actividades, se solucionaba mirándose a los ojos. A veces a las trompadas y otras veces hablando. Tal vez te evitabas toda una tarde o toda una semana. En la vereda, en el colegio o en el club del barrio; pero a la larga tenías que vértelas con el pibe con el que tuviste un kilombo, o la piba que te enkilombaba la cabeza.
En definitiva muchos hemos crecido solucionando los temas en persona.
Esos mismos; crecimos y el mundo ha cambiado. Y vinieron otras personas que se juntan a lo mismo, a jugar, pero con una diferente forma de comunicarse. Y está genial que así sea. Facebook, twitter, Instagram, Snapchat, whatsApp o Periscope por nombrar las plataformas de redes sociales más populares o más nuevas; sin olvidar los precámbricos ICQ o SMS, han dado formas a nuevos universos de interrelaciones personales que abarcan casi todo el abanico de necesidades. Desde arreglar un asado con tus amigos o amigas, hasta el sexo virtual, pasando por comprar tickets para un show o pedir una pizza o un kilo de helado. Sin embargo, pienso, hay cosas que dentro de la tecnología actual necesitan del cuerpo real.
El año en que River descendió; hubo un partido vs San Lorenzo en el estadio Monumental en el que Juan Pablo Carrizo, arquerazo salido de la cantera y campeón con el Millonario, tuvo un error fatal que significó el empate ante El Ciclón aquella noche. Al término del partido, Ubaldo Fillol ¿Hace falta que diga quién es el Pato Fillol?, que en aquel entonces era el entrenador de arqueros del club, intentó acercarse y abrazar a Carrizo en claro gesto de apoyo. Juan Pablo, en forma bastante grosera se lo sacó de encima delante de todo el estadio y de los televidentes. En la semana se disculpó vía SMS. Juan Martín del Potro, no habla con la prensa, no juega, y solo sabemos de él y de sus quejas hacia la AAT, o hacia quién fuera mediante sus comunicados en Facebook. Nick Kirgyos, en el ATP1000 de Montreal, le espetó en pleno partido a Stan Wawrinka que la novia lo engañaba. Sus disculpas públicas, después de recibir una absurda sanción de $10.000 dólares, fue vía facebook. Hay gestos que requieren poner el cuerpo incluso tecnología mediante.
Hacerse escuchar para las cosas importantes, requiere la misma destreza que para tirar un revés paralelo, o para sacar la pelota de un ángulo; cosas que, raramente se puedan hacer mediante un comunicado.
Ojalá tengamos todos una buena semana.