Alberto Fernández libra otra guerra
Los ataques del coro estable tienen carácter poco serio. Aburren. ¿Pero no convencen a nadie? – No lo sabemos. Hoy los economistas que le asestaban duro a Martin Guzmán, tratan de hablar del precio del bitcoin, cuentan muertos por la pandemia en correlación con países y series antojadizas y verdaderas, pero no olvidamos sus errores de pronóstico sobre la reestructuración de la deuda privada y default con el FMI y el Club de Paris. Ya no tienen autoridad intelectual para hablar de economía, el FMI dijo: “la inflación es un fenómeno multicausal”. Después de esa sentencia y el desastre que consintieron desde la tribuna amiga; ahora son comentaristas numéricos de muertos y contagiados por el COVID-19.
Es cierto que la gente común que habitualmente dice zonceras está expresando las formas usuales, pero cuan superficial luce lo que está murmurando el liderazgo político opositor, siempre sacando ventajas en medio de una pandemia. Toda la fogosidad proviene del intento de replantear los debates de política como guerras, después de una conflagración fracasada. Perdieron 48% a 40% en 2019. En números el FDT obtuvo 20% más de votos que Cambiemos. Hoy siguen persiguiendo la reingeniería nacional y popular, mientras sus malandrines piden asilo político en lugar de comparecer a un juzgado. Los que se erigieron como defensores de los valores y la anti cultura corrupta, huyen de la justicia…
El círculo rojo quiere volver a los felices años macristas, cuando los ¿intelectuales de Cambiemos? insistían en que todos nuestros males sociales podían atribuirse a la corrupción K. Recuerde la campaña permanente contra la economía popular mediante programas de televisión rentados que normalizaron el (PMO) periodismo militante organizado, convirtiendo en una cadena nacional a los medios hegemónicos.
Utilizan una lógica estructurada hegemónicamente, que parte de una oposición conceptual a la política y particularmente al peronismo. Quienes la llevan adelante curiosamente se alinean a la derecha del FMI., de EE.UU. y del Vaticano. Siguen propiciando desconfianza generalizada en cualquier cosa que haga el Gobierno. Elisa Carrió, realizó una asombrosa denuncia judicial contra el presidente Alberto Fernández, el ministro de Salud, Ginés González García y la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, a quienes acusó de “envenenamiento” mediante la vacuna rusa, hubo banderazo en defensa de la propiedad privada de Vicentin-que vacio la empresa y estafo al Banco de las Nación-, exhibieron la presencia forzada de niños como símbolo contra una medida, junto con un cacerolazo frente a la quinta de Olivos. Vale todo.
Solo puede haber confianza cuando el sistema político (oficialismo y oposición) es justo y sus líderes no actúan solo para sí mismos. Nada ha destruido más la confianza pública que la hipocresía y el cinismo de un Gobierno que prometió: “no vamos a devaluar”, “pobreza cero”, “los trabajadores no pagaran impuesto a las ganancias”, “construiremos 3.000 jardines en cuatro años”, “la inflación va a bajar a un digito”, “vamos a otorgar un millón de créditos hipotecarios”…
Antes de Alberto Fernandez, los lideres de Cambiemos crearon las condiciones para esta persecución conspirativa, al ver políticas que solo favorecieron a los mismos gestores que se perdonaron deudas, aumentaron los precios de sus autopistas, sus empresas de energía, ganaron licitaciones, etcétera. Y, con todo, pese que a diario se descubren nuevas trastadas, a casi nadie se le exige responsabilidades. Pareciera que todos los integrantes de la pandilla que azotó la Argentina por cuatro años han de quedar impunes. Es que Cambiemos creó un sistema en el que la desigualdad ante la justicia es tan formidable como las desigualdades en los ingresos y la riqueza que dejó. Nunca soñamos-ni el mismo ex presidente-su llegada a Balcarce 50. Un aventurero capaz de poner la cara y articular un equipo coacheado para mentir aun al respirar, traicionando cada día a los argentinos que los apoyaron largo tiempo a la espera del cumplimiento de una sola de todas sus promesas.
Le han sucedido muchas cosas a nuestra sociedad-éticamente-durante la gestión de Cambiemos; algunas malas, otras pésimas, y todo ello socavando la narrativa que alguna vez fue dominante sobre los “valores, la transparencia y volver al mundo”. Si la gente cree que esta representación es la base del orden social, debemos entender que Argentina está en serios problemas. -¿Qué les está sucediendo a los argentinos con menos educación?- Y sí, existe una fuerte correlación entre el declive social y la política nacional y provincial de quienes votaron por Cambiemos. Obviamente, votar por Macri fue causa de default, devaluaciones interminables, despidos, destrucción industrial y vaciamiento del país. Lo que realmente está sucediendo es que claramente hemos alcanzado el cenit de la angustia económica sostenida desde 2016. El año que dejo atrás fines de semana colapsando rutas por turismo. El problema se concentra cada vez más en las grandes áreas metropolitanas con fuerzas laborales altamente educadas para el trabajo y poco dotadas para financiar su estándar de vida. La decadencia social en el centro de las ciudades es el resultado, no de la cultura, sino de la disminución de las oportunidades económicas en un país devastado en 2019. Destruyeron todas las oportunidades económicas para un gran número de personas y familias entre 2015 y 2019. La falta de oportunidad resulta ser tan perjudicial socialmente para los argentinos de las grandes ciudades, como lo fue para los de las áreas menos pobladas. Ahora bien, si hay algo que hemos aprendido sobre la política económica es que el neoliberalismo no dejará de intentar librar una guerra cultural por hechos que no se ajustan a su relato. Pero me pregunto si la desconexión entre su visión y las realidades de la vida, limitará la efectividad de la guerra cultural. ¿Quién, además de las personas que ya están profundamente comprometidas, se convencerá de que Alberto Fernandez está librando una guerra?