Mató a su compañero de celda porque roncaba
Mickael Totsen estranguló a su compañero que, por un tratamiento médico, no podía evitar los ruidos cuando descansaba. Su defensa intentó explicar que actuó fuera de sí -bajo efecto de medicación- ya que no recordaba haber cometido el asesinato.
Las consecuencias psicológicas que acarrea el aislamiento en una prisión son terribles. Una persona que entra después de cometer un robo, es capaz de convertirse en un asesino de la noche a la mañana.
El compañero de celda de Mickael Totsen se encontraba bajo tratamiento y por este motivo roncaba excesivamente. Los ruidos alentaron el enojo de la comunidad carcelaria, que le dieron un contexto favorable al asesino.
Totsen, que cumplía condena por robos y otros delitos, se cansó de los ruidos molestos y harto de los ronquidos, estranguló a su compañero.
La defensa quiso convencer al tribunal de que Totsen sufría dolores de espalda, insomnio y que estaba bajo medicación, "lo que pudo conducirlo a un estado paradoxal, que acabó en una pulsión agresiva de la que no se acuerda".
Las autoridades hicieron caso omiso a la excusa y prolongaron la estadía del asesino en la cárcel.