La maravillosa historia de Josefina, una perra embalsamada hace 15 años
Se trata de una perra muy especial que formó parte de una familia, quien no dudó en embalsamarla hace 15 años para que quede en el recuerdo. Ahora, la gente podrá conocer su historia en un museo en San Juan.
La familia Maffezzini no dudó en embalsamar a Josefina, una perra que murió hace 15 años por un problema hepático, para evitar el dolor de la despedida. Pero ahora, decidieron donarla al museo Einstein, en Rivadavia, San Juan, para que la gente pueda conocer su particular historia.
Y es que, según explica Mariela Maffezzi, la perra llegó en un momento muy triste de su vida, pero con sus travesuras logró sacarle una sonrisa. "Yo tenía un conejo de mascota al que amaba, pero me lo mataron unos perros. Por eso mi papá me trajo de regalo a Josefina, que era una mezcla de salchicha con otra raza desconocida. Tenía el tamaño del control remoto. Ni bien la alcé me mordió la oreja y me hizo reír. Desde entonces nos hicimos inseparables", contó la dueña
Josefina con el tiempo logró ganarse el cariño de toda la familia Maffezzini, que hasta incluso sacrificaban las vacaciones para no dejarla sola. "Como en esa época no te dejaban viajar con animales en colectivo, mi papá se quedaba en la casa durante las vacaciones para acompañar a Josefina, mientras que con mi mamá y mis dos hermanos nos íbamos de viajes. Igual todos los días llamábamos a mi casa para saber cómo estaba la perra y escuchar sus ladridos", dijo Mariela.
El can ayudaba con cosas indispensables en la casa, hasta tal punto de avisar cuando el hermano más chico de los Maffezzini iba a padecer un ataque de epilepsia, ya que unos minutos antes de que ocurriera la perra ladraba sin parar y corría hasta donde se encontraba el joven. "Parecía que quería hablar, era increíble. El aviso nos servía para buscar a mi hermano y tomar las precauciones necesarias antes de que sufriera un ataque", agregó la mujer.
Hace 15 años, la perra sufrió una infección en el hígado y luego de tres días de agonía falleció. Los Maffezzini sepultaron a Josefina en el jardín de su casa, pero no soportaron el dolor de no de verla, por lo que decidieron embalsamarla. Luego la pusieron en una vitrina de vidrio y en la sala principal de la casa donde estuvo durante 15 años, hasta que decidieran donarla en mayo al museo Einstein, en la Quebrada de Zonda, para que todos los visitantes puedan conocer su historia.