Según publicó la revista Biological Reviews, un grupo de científicos de la Universidad de Utah descubrió que el rostro de los primeros homínidos, en especial los australopitecus, desarrolló rasgos faciales musculosos y robustos como defensa ante los golpes de puños.


"Los australopitecinos se caracterizaron por una serie de rasgos que pueden haber mejorado la capacidad de lucha, incluida la proporción de la mano que permitía la formación de un puño, convirtiendo el delicado sistema músculo-esquelético de la mano en una eficaz maza para golpear", explica David Carrier, biólogo y principal autor de la investigación.


En una pelea entre hombres el principal objetivo es la cara, por lo que los huesos que sufren las mayores fracturas se encuentran en el cráneo, parte del cuerpo que mostró un mayor incremento de robustez durante la evolución de los homínidos, aseguran los científicos.

Así mismo, se encontró que estas partes del cráneo son las que más diferencias muestran respecto a los cráneos femeninos. Esto es porque a lo largo de la historia las mujeres parecen tener un comportamiento menos violento, por lo general.


Una hipótesis alternativa sugiere que la evolución del cráneo y rostro masculino se debe a la necesidad del hombre por masticar alimentos más duros, como los frutos secos. Sin embargo la nueva teoría advierte que los fósiles encontrados indican que la evolución en el cráneo y manos de los hombres prehistóricos se dio al mismo tiempo; las manos crecieron para formar un mejor puño y la cara se hinchó para defenderse de los golpes.

"El debate sobre si hay o no hay un lado oscuro en la naturaleza humana se remonta al filósofo francés Rousseau, quien sostuvo que los humanos eran buenos salvajes, pero la civilización los hizo violentos. Esta idea sigue siendo fuerte entre algunos biólogos y antropólogos evolucionistas, pero otros han encontrado evidencias de que nuestro pasado distante no era pacífico", advirtió Carrier