Un político holandés le aplicó la eutanasia a su esposa y luego se suicidó
Frans van der Heijden decidió ayudar a su esposa, Gonnie, a morir y luego se quitó la vida. Ambos, juntos desde hacía 53 años, padecían enfermedades terminales.
Recientemente el mundo se vio conmovido por el vídeo del australiano Max Bromson en el que se puede ver cómo por decisión propia bebió veneno para morir ante los dolores que sufría; ahora es en Holanda donde el debate vuelve a abrirse a raíz de la decisión del exdiputado democristiano holandés Frans van der Heijden de asistir a su mujer en su muerte y luego suicidarse.
Frans, de 78 años, y Gonnie, de 76, padecían enfermedades terminales y prefirieron morir juntos antes de que el final llegara primero para uno o el otro.
De la esquela publicada en la prensa local, se deduce que el exdiputado no había llegado aún a la fase desesperada descrita por la Ley de Eutanasia de Holanda, aprobada en 2002, aunque Gonnie ya estaba en esa situación en la que, tras solicitarlo varias veces, el paciente puede exigir que el médico de cabecera le administrar el producto letal.
“Después de una vida feliz juntos no queríamos separar lo que unimos en 1963”, reza la despedida del matrimonio Van der Heijden y dejan varias preguntas al plantear que: “el debate sobre la decisión de poner fin a la propia vida sigue dominado por la pregunta sobre si pueden acabar con su ciclo vital quienes lo consideren completo”.
“Llama la atención que una mayoría cada vez más amplia de personas menos religiosas, que aborda la vida por sí misma, sin la perspectiva del ´más allá´, permiten que la ley siga siendo dictada por minorías reducidas, que se aprovechan de las flaquezas del quehacer de la actual política de coaliciones”, señala el mensaje dejado por el matrimonio en una clara crítica al Estado y al Colegio de Médicos que concibe la eutanasia como una solución de último recurso.
El último 13 de octubre, los ministerios de Sanidad y Justicia de Holanda elevaron al Congreso una propuesta para regular la ayuda a morir de las personas que aleguen “cansancio vital”, sin enfermedad o dolores insoportables, aunque la propuesta ya había sido rechazada en febrero de este año.
Fuente: El País