El vicepresidente Álvaro García Linera fue quien mejor graficó las complejidades relacionadas a las recientes elecciones a gobernadores y alcaldes en Bolivia, en la conferencia de prensa que brindó el domingo por la noche en La Paz, tras conocer los primeros resultados. Allí afirmó que “el MAS es la única fuerza política a nivel nacional”, ilustrando asimismo la dispersión opositora, tras lo cual destacó que “hay claroscuros en esta elección: perdimos El Alto -en La Paz- y ganamos en Riberalta -en Beni-”.

 

Linera destacó que en octubre de 2014 un 62% de los bolivianos respaldó a Evo Morales, votando además por un planteo específico de Estado, tanto en lo social como en lo económico. Así, diferenció a aquellas elecciones de estas, donde “se han puesto en juego los liderazgos locales”. Tras ello, reconoció ciertos cuestionamientos a algunos candidatos del MAS -hizo especial alusión a Patana, derrotado en El Alto por Soledad Chapetón-. Así, el vicepresidente realizó una mención por elevación a algo que resulta evidente tras ver los resultados: una parte de los votos de clase media urbana que conquistó Morales en octubre pasado fue ahora a parar a determinados candidatos que, desde diversos perfiles de la oposición -tanto por centro como por derecha- confrontaron con el MAS.

 

Sin embargo, el dato de la centralidad política del Movimiento al Socialismo que destaca Linera es otro elemento a mencionar. Veamos el caso de Pando: allí estuvo el candidato más votado a nivel nacional, con un 66% de acuerdo a las proyecciones. También en Riberalta, la ciudad más poblada de Beni, el MAS logró un triunfo importante. Es decir: hay una reconfiguración de la llamada medialuna, donde Morales ya había logrado destacados avances en octubre pasado -siendo que esta región había sido la más adversa al evismo desde que Morales llegó al gobierno-. De esta forma, en la elección a gobernadores el MAS logró ser la fuerza más votada en seis departamentos de los nueve en disputa: ganó en Cochabamba, Oruro, Potosí, Pando, Beni y Chuquisaca -en los últimos dos habrá segunda vuelta-; mientras que la oposición se impuso en La Paz, Santa Cruz y Tarija.

 

Los liderazgos opositores triunfantes, asimismo, tienen diferencias evidentes, incluso en términos generacionales: ¿se puede comparar, por ejemplo, el triunfo de la joven Soledad Chapetón -34 años- en El Alto, con la victoria del longevo Percy Fernández, quien con 76 años será por ¡sexta! vez será alcalde de Santa Cruz? Dicho esto también hay que mencionar que, tras el velo juvenil y propositivo de Chapetón -quien evitó confrontar con Evo Morales en medios de comunicación, afirmando que incluso buscará un trabajo conjunto-, se intentará fortalecer el dirigente conservador Samuel Doria Medina, uno de los empresarios más importantes de Bolivia, quien fuera derrotado contundentemente en las elecciones presidenciales de octubre pasado.

 

El desafío del MAS será, ahora, de dos planos: intentar construir mayor fuerza local en aquellas regiones donde las elecciones fueron adversas, y gestionar eficientemente en aquellas alcaldías y gobernaciones donde los candidatos evistas fueron acompañados mayoritariamente en las urnas. También ameritara hacer una reflexión balanceada de la elección, tomando dos elementos de equilibrio: ni la performance del MAS fue categórica como en las elecciones de 2014 -algo a lo cual hasta Linera destacó-, ni la oposición ha tenido una histórica elección, como intentan mostrar algunos medios hegemónicos de comunicación del continente. Teniendo en cuenta esto, la segunda vuelta en Beni y Chuquisaca terminará de conformar un nuevo mapa político regional en una Bolivia donde el MAS sigue siendo, con claridad, la primera fuerza política del país.