"El poder económico tiene un refugio en grupos mediáticos concentrados e incidencia corporativa en el poder judicial", ejemplificó el jefe de Gabinete Jorge Capitanich sobre el caso argentino, a partir de las críticas de los medios a la política económica del Gobierno nacional.

Pero la situación global no es muy diferente. Esos señores adinerados, que buscan proteger los privilegios del 8 por ciento de la población mundial que consume el 50 por ciento de la producción del mundo, son invitados vip de esta cumbre instalada como referencia global por parte del establishment.

"Davos es el foro económico mundial, es la cumbre del poder", sin ningún reparo reconoció Marcelo Zlotogwiazda y agregó que "durante los noventa había un peregrinaje de políticos y empresarios, que se fue devaluando con el correr de los años". Entonces, ¿por qué usarlo como fuente, querido colega?.

La mejor época de la Argentina, según observó Davos en una de sus reuniones, fue durante el gobierno de Fernando De La Rúa, por lo que su credibilidad se presume nula, sólo con mencionar la palabra "helicóptero".

Capitanich insistió y resaltó el funcionamiento de las instituciones en nuestro país y se preguntó de manera retórica: "¿Porqué se pone en discusión la calidad institucional? Puede haber temas de instrumentos de políticas económicas. Pero no se puede poner en tela de juicio en la Argentina la calidad institucional".

En TN, no pudieron atenuar el dato que finaliza cualquier discusión en relación a la distribución de la riqueza, aunque Zlotogwiazda quiso restarle importancia: "La Argentina es apenas un poco menos desigual que el promedio mundial". Las cifras cambiaban el mensaje que quieren imponer desde los grupos concentrados: en nuestro país, el 23 por ciento de la población consume una mitad de su producción y el 77 restante, la otra mitad. En pocos números, 23 frente a 8.

El periodista olvidó destacar que el nivel de los salarios de la Argentina es el más alto de la región, y que claramente, no es ese el contexto que más aprecian los dueños de las empresas más poderosas del mundo, reunidos en la mencionada cumbre europea.

Lo que no dejó pasar, fue la mención a la presencia del Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, un hombre fanático de la desigualdad que fomentó la manera de gobernar en la década de los 90.