La muerte del juez Antonin Scalia, integrante de la Corte Suprema de Estados Unidos, puede causar un sismo en el frágil equilibrio de demócratas y republicanos en el Congreso, entre los partidarios que Obama postule un magistrado y quienes pretenden que lo haga el próximo presidente.

Con las primarias en curso, el fallecimiento del juez, ocurrido el sábado pasado, pone 'pimienta política' a la realidad norteamericana, ya que la tendencia del nuevo integrante de la Corte define –en los Estados Unidos como en la Argentina– una mayoría que permitiría o impediría políticas nacionales de la administración federal.

Muerto Scalia, una influyente voz conservadora, Barack Obama buscará nominar a un juez de tendencia liberal que ayude a inclinar los fallos de la Corte Suprema hacia programas progresistas. Pero el Senado, de mayoría republicana, le hará difícil tal designación.

La cuestión pasa porque, hasta la muerte del juez, la composición de nueve magistrados estaba dividida entre cinco conservadores y cuatro liberales. Hora son cuatro y cuatro y las futuras votaciones se definirán, en concreto, por el nuevo integrante de la Corte.

Así, la derecha norteamericana pretende que la selección no se haga sino después de las elecciones presidenciales, con la esperanza puesta en que el próximo mandatario sea uno de los seis que disputan las primarias: Donald Trump, Jeb Bush, Ted Cruz, Marco Rubio, John Kasich y Ben Carson.