El hechizo de la canción rioplatense, por fin develado
Fito Páez, Fernando Cabrera, Gustavo Santaolalla, Pablo Lescano, Mandrake Wolf, Hugo Fattorusso, Jorge Serrano, entre otros argentinos y uruguayos analizan los sonidos con los que crecieron, para contrastar con artistas jóvenes de las dos orillas. El documental del multipremiado ingeniero Andrés Mayo es imperdible para todos los que deseen adentrarse en la historia reciente de esta parte del mundo, de la rica cultura guardada entre los adoquines porteños y montevideanos. Dos funciones diarias, en el cine Gaumont.
"No hacemos la música que nos gusta, hacemos la música de la que estamos hechos", es una de las cautivantes definiciones que se grabaron en la memoria de este cronista el miércoles pasado, durante el estreno de Charco, Canciones del Río de la Plata, el documental producido por el multipremiado ingeniero Andrés Mayo, dirigido por Julián Chalde y guionado por el periodista Martín Graziano, autor de Tigres en la lluvia, un libro dedicado a desentrañar la obra de Luis Alberto Spinetta.
Es Pablo Dacal quien cruza el Charco una y otra vez para recorrer bares, estudios de grabación y calles adoquinadas a un lado y al otro, rincones porteños y montevideanos que guardan parte de la magia que los trovadores de esta parte del mundo forjaron a lo largo de los años.
Antes del comienzo de la proyección el propio Dacal tomó la guitarra para interpretar a Fernando Cabrera, después fue Florencia Núñez la que versionó 'Plástico fino' de Andrés Calamaro, a continuación Sofía Viola cantó a viva voz versos de Alfredo Zitarrosa y más tarde Pablo Grinjot, se apropió de una de Leo Masliah. Para terminar los cuatro dándole vida a una urgente versión de Los Ejecutivos, de María Elena Walsh.
La película narrada por Dacal registra conversaciones donde más de 70 artistas, autores, músicos, se animan a preguntarse y responder acerca del origen de la canción rioplatense, un género en sí mismo consecuencia de los ritmos, fraseos y vivencias tangueras, folklóricas y rockeras.
Con una maravillosa puesta de coloración de paisajes, cuadros testimoniales que se entrometen entre las confesiones de Madrake Wolf en un bar de Montevideo, o en una divertida colaboración entre Jorge Serrano y Onda Vaga en el Café San Bernardo de Villa Crespo.
Las potentes y divertidas reflexiones de Fito Páez sobre sus mágicos encuentros con Charly García o el propio Spinetta, el despojo con el que Daniel Melingo atraviesa esa búsqueda de permanente fluctuación del rock al tango, las memorias incrustadas en los tambores al fuego, las sagradas escrituras que se volvieron canción.
El soundtrack está disponible en Spotify desde hace varios meses, se trata de una playlist donde los momentos más intimistas de los grandes artistas rioplatenses fueron registrados con una soberbia calidad musical, logrando transmitir esa sensación única de habitar cada una de las versiones, de sentir en la piel la permanencia de esos ambientes, con los protagonistas de entrecasa tomando mate.
Martín Buscaglia y el narrador se baten a duelo entre la vegetación a orillas del agua, entrecruzan una payada que nada ida y vuelta los 42 kilómetros que separan las costas desde La Plata, hasta Colonia del Sacramento -el tramo donde alguna vez se proyectó la construcción de un puente- burlándose de los límites políticos y celebrando la hermandad de los ilustres apellidos que hicieron de la cultura rioplatense el mestizaje inevitable, irrefutable, urgente.
Los conocimientos en palabras de grandes como Hugo Fattoruso, Fernando Cabrera o Gustavo Santaolalla que aporta este largometraje configuran este documento crucial para entender la gestación musical de la era post Beatle, acá por estos lados.
Hasta el 22 de agosto, dos funciones diarias 16hs y 23hs, en el Espacio Incaa Gaumont, barrio de Congreso.