La tumba de Tutankamón saltó a la fama porque era la única que estaba intacta. En 1922, el arqueólogo Howard Carter la descubrió y se armó el quilombo. Todos los tesoros encontrados en ella tuvieron cobertura mundial en la prensa y el interés por el Antiguo Egipto se despertó. Pero de todos los misterios a revelar, había uno que causaba particularmente curiosidad: ¿dónde estaba el pene del faraón?

El tema es que, al final, Tutankamón era mucho menos pintoresco de lo que nos imaginamos. Tenía caderas anchas, ergo era súper culón, cojera, dientes de conejo y un pie chueco. Según la última autopsia que se le realizó, la momia del faraón, en vida, tenía graves problemas de salud porque al parecer era fruto de un incesto.

Además de todo ese mito derribado porque, claro, después de ver semejante sarcófago, uno creía que era realmente adentro había un personaje majestuoso, el análisis confirmó que no murió en un accidente de carruaje como se pensó por las fracturas encontradas en su cráneo sino por sus discapacidades físicas, provocadas por desequilibrios hormonales.

Pero eso no es todo. Como dijimos al principio, a Tután le faltaba algo bastante valioso: su pito. El tema le preocupó a los arqueólogos durante años. Al principio, cuando en 1922 descubrieron la tumba, el tipo tenía todo en su lugar, pero cuando los científicos británicos del Ronald Harrison tomaron radiografías a la momia, en 1968, se dieron cuenta de que faltaba el falo.

Luego de muchos años, apareció. En 2005, (sí, ya sé, se descubrió hace mucho y no es noticia, ¿pero acaso sabían toda esta increíble historia del pene perdido? lo dudamos, así que continuemos), durante una investigación de fotografías antiguas de la momia del faraón, ahí estaba. Apareció entre la arena, al ladito de su cuerpo. El tema es que, en esa época y al parecer, el pene, los pies y las manos se embalaban por separado.

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