Si acabás con un robot y nadie te ve, ¿acabás realmente?
Los robots sexuales son una amenaza de cambio en un futuro no muy lejano y en el suple, con una entrevista a una psicóloga, conseguimos separar la paja del trigo. Un objeto es un objeto y las relaciones sexuales se escapan de esa lógica. Amor, muñecos, cosificación y una cultura machista que logra enamorarse de los objetos que le otorgan placer.
Las muñecas inflables, aquellas que con cara de espanto abrían la boca y se les notaba la costura, quedaron demodé. Y es porque ahora existen otras muñecas, más sofisticadas, con poquísima pinta de ser una imitación y, lo más importante, suavecitas y suavecitos al tacto. Casi casi piel. Casi casi sexo.
Podíamos contarte las nuevas y más sofisticadas tecnologías que se utilizan, principalmente en Japón, para la satisfacción personal, para la lucha contra la soledad, para una paja más actuada. Pero decidimos preguntarnos un poquito qué pasa, cuál es la diferencia, si es que la hay, a tener relaciones sexuales con un humano y tenerlas con un pedazo de plástico y metal.
La licenciada en psicología, Daniela Gasparini, nos explica algunas cuestiones. Los posibles beneficios que se indican al utilizar a estos acompañantes sexuales son varios y no menores: disminución de la prostitución, disminución de la pedofilia y disminución de las enfermedades de transmisión sexual.
“En primer lugar, respecto de que el sexo con robots podría reemplazar el consumo de la prostitución, lo veo difícil. Más allá de las subjetividades de la época, la prostitución ajena o explotación sexual de mujeres y niñas y niños, es un negocio mundial que difícilmente sea combatido por la promoción de sexo con robots. Por otro lado, las enfermedades de transmisión sexual deberían ser parte de la agenda pública sobre prevención de la salud, no salvarse por muñecos. Eso implica un cambio político y cultural que puede llegar a buen puerto si se toma con responsabilidad”, indica.
Gasparini sostiene que por más robots que haya, las relaciones sexuales con seres humanos no serán reemplazadas, por lo tanto, el riesgo en relaciones sexuales no cuidadas no disminuirá. “El amor y el enamoramiento se crean principalmente en el vínculo de dos o más personas que se relacionan, que lo hacen a través del lenguaje, la cultura, las emociones, los proyectos. En una relación hay un otro o una otra, hay un vínculo, en cambio en un robot solo se puede crear una manipulación de un objeto para satisfacer deseos sexuales”.
Buscamos mucho y, como todo el mercado sexual está hecho y pensado para los hombres culturalmente consumidores de pornografía, nos costó encontrar muñecos y no así muñecas. Pero algo hay, aunque poco. A los bichitos de las fotos, según dice la empresa “Synthetics” que los fabrica, los podés vestir como quieras, poner en donde quieras y en la posición que te guste más. Obviamente también podés elegir el tamaño del pene y ponerle uno algo floflo o uno erecto.
En Estados Unidos, Dave Cat, con 39 años, se enamoró hace 15 de ‘Sidore’, una muñeca que compró por 6000 dólares. Más acá, Daniela, que además de ser psicóloga está abocada a las problemáticas de género, nos explica que, que una mujer sea confundida con un objeto, es histórico y nada anormal. “Las mujeres hemos sido históricamente, en el marco de culturas y sistemas políticos, económicos y sociales patriarcales, objetivizadas, parcializadas, cosificadas. Tratadas como objetos sexuales para la satisfacción de los varones, estábamos para tener sexo con nuestras parejas, funciones de reproducción y para la educación de nuestros hijos. Por lo tanto, no sería raro que un hombre pueda llegar a crear una relación sentimental imaginaria con un objeto que le otorga placer sexual, desde la óptica cultural. Desde la óptica psíquica, yo pensaría en un buen tratamiento, una cosa es la construcción de una manipulación obsesiva de un objeto con un fin determinado, y otra es proyectar tu vida con un robot”.
El estudio, que además asegura que en pocos años los robots estarán y ocuparán muchísimos labores, no sólo el de la satisfacción del placer sexual, indica que estos robots sexuales o "sexbots" serán idénticos a los seres humanos, tendrán un tacto similar y, claro, se van a mover igualito a como se mueve el chico y la chica que te gustan.
“Los robots, así como los diferentes juguetes sexuales son objetos, y está bien utilizarlos para nuestras experiencias sexuales siempre que sólo impliquen la satisfacción de los deseos sexuales sin daños a sí mismos ni a terceros”, finaliza Gasparini.
Y bueno, será cuestión de saber utilizar estos aparatos sexuales y sacarle provecho a poder simular una relación sexual con la forma de tu compañero de trabajo que nunca te dio bola, o esa actriz famosa que te encanta pero que jamás te vas a cruzar en la vida.