Lo primero que hizo Spreen fue desmarcarse de que le había dado un pésimo mensaje a todos los pibes que intentan llegar a Primera desde las durísimas divisiones inferiores.

Luego pidió disculpas por si alguien se sintió molesto aunque aclaró que era algo charlado en la semana y que no afectó a nadie.

Para terminar confesando el fin de la jugada mediática: “Me dieron la anécdota de mi vida”.