Arranco manifestando que aborrezco la expresión “No siente la celeste y blanca”, utilizada generalmente por varios hinchas, demasiados para mi gusto, para los deportistas/atletas que no lloran mientras se interpreta el himno nacional, o para aquellos que no logran objetivos (ganar por supuesto o perder con supuesta hidalguía) bajo el ámbito de la selección nacional del deporte que sea. Y más aún, si esos mismos deportistas sí logran destacarse con sus equipos.

Pienso que se trata de una frase nefasta; que atrasa, y que tiñe las cuestiones deportivas de un patrioterismo barato que suma poco y resta muchísimo.

La última manifestación de la masa al respecto fue, una vez consumada la derrota del equipo argentino de Copa Davis a manos de Italia, contra Juan Martín del Potro dedicándole el cántico “para del Potro que lo mira por TV”

¿Quién puede asegurar que la presencia del 4 del mundo se traduciría en un triunfo? Nadie. Está claro, y tal como lo reflejara Carlos Berlocq en las postrimerías de la derrota, que el equipo se verá fortalecido con el aporte del tandilense; pero las victorias se logran en la pista. Recordemos la final de la misma copa en Mar del Plata vs España en 2008.

Después se prestará para otro debate, no en esta ocasión, si es que las causas del porque Del Potro decide estar o no, son atendibles e incluso; si lo son, ver cuáles de ellas son viables.

Pero como no todos conocen la política interna de la AAT;  lo que queda, propongo, es entonces arreglarse con lo que se ve y con lo que pasa. En definitiva, arreglarnos con lo real.

Juan Martín del Potro representa a la ARGENTINA, y al tenis argentino 356 días al año. El abierto de los EEUU que le ganó a Roger Federer; la medalla olímpica de los JJOO de Londres 2012, y todos los logros deportivos de Delpo llevaron, pegado a su apellido, la bandera Argentina o en su defecto el ARG entre paréntesis. No decía “Delpotroland” o “Mi Bolsillo”; decía ARGENTINA y eso es REAL.

También, y lamentablemente, los triunfos; apenas un escalón por encima de los arañazos de hazañas y dos por encima de las derrotas dignas, también definen la temperatura pectoral de los deportistas. Si ganan tienen el pecho caliente y si pierden no. Quienes se nutren y se manejan con estos parámetros, son los mismos que tirarán por la borda el trabajo incansable de atletas como Germán Lauro o Brian Toledo, suponiendo que solo participan o representan al país, o mejor dicho, al deporte de un país, en los JJOO; o de Las Leonas o de la selección argentina de básquet, cuando los resultados no estén tomados de la mano con los esfuerzos realizados.

Manu Ginóbili era argentino cuando ganó su 1er anillo de campeón de la NBA, pero paria cuando decidió temporalmente no jugar en la selección argentina de básquet y no participar del mundial de Turquía en 2010.

La representatividad de los atletas argentos, estén donde estén y jueguen donde jueguen, es constante. Ganen o pierdan. Luego si Del Potro te cae mal es otro tema.