Podrá decirse que entre tanto daño, Passarella tuvo una virtud: que el deseo de un profundo cambio en la institución sea unánime entre todos los socios. Por ello, las elecciones de este domingo fueron las más concurridas de la historia. Casi la mitad del padrón electoral dio su voto: un total de 18.364 socios dijeron presente.

Rodolfo D’Onofrio fue el gran ganador. Cuatro años atrás, sufrió el duro e insólito revés de perder una elección por sólo ¡seis! votos. Esta vez, la suerte le sonrió y su triunfo no dejó dudas. Casi cuatro mil votos de diferencia sobre su escolta Antonio Caselli.

Afortunadamente, y a diferencia de lo ocurrido en 2009, este domingo se vivió una verdadera fiesta democrática en el club de Núñez. Miles de socios y cientos de familias asistieron a la institución a depositarle su confianza a su candidato preferido sin sufrir violencia, maltrato o fraude.

La misión de D’Onofrio y su equipo es clara: el club tiene que ser de todos y debe estar por encima de cualquier apellido. Eso como idea madre. En cuanto a lo institucional, desde el día uno se deberá trabajar arduamente para recuperar a un club económicamente destruido luego de las pésimas gestiones de Aguilar y Passarella.

Entre los otros ítems principales están la continuidad de Ramón y bajo qué condiciones seguirá, el trabajo en inferiores, recuperar el lugar de peso en AFA, denunciar todas las irregularidades de la gestión saliente, solucionar el conflictivo sistema de canje de entradas, reacondicionar las instalaciones del club y erradicar a los violentos de la institución.

El deseo de todos es que esta etapa (2013-2017) no se parezca en nada a las anteriores y que River vuelva a ser aquel que en algún momento fue. Más que nunca se necesitará el esfuerzo, determinación y predisposición de dirigentes, cuerpo técnico, jugadores e hinchas.

Como dice la canción, “todos juntos podemos”.