¡Con el culo de Ramón! eso le decía un hincha a otro, bajando de la San Martín. Qué impertinente y errado es resumir que el único mérito del técnico es la suerte.  Sí, River la tuvo en la jugada que definió el partido, porque Chichizola le atajó el penal a Saja, la pelota volvió a la cabeza de Viola y el frentazo fue al travesaño.

El descarado comentario del hincha soslaya los valores que el entrenador le transmitió a este equipo. Se olvida de que Maidana al fin se afianzó con solvencia en defensa en esta etapa y que Ramón Díaz encontró una joya en el barro, como Álvarez Balanta, un central que tiene poco camino por recorrer en nuestro fútbol y seguramente muchos años en Europa. El hincha no tiene en cuenta que, cuando todos pensaban que Carbonero era flojito para River, el técnico apostó todas sus fichas y el moreno es uno de los puntos más altos de este equipo. El muchacho, que salía con peinado a la moda, no recuerda que Ramón sacó del ostracismo al "lobo" Ledesma y lo puso a pisarla en el mediocampo. ¡Ah! Y encontró su media naranja en Ariel Rojas, a quien convirtió en un jugador que rinde seis puntos todos los partidos, más allá de la mano voleibolistica de ayer.

El pibe le decía a su amigo que debía volver rápido a Vicente López y jamás imaginó que de ese comentario se iba desprender esta columna. Seguramente nunca se dio cuenta de que Lanzini empezó a hacer goles importantes hace poquito y pasó de ser la eterna promesa, al enganche de River que hace un gol en la Bombonera. El técnico le explicó a Manu que debía poner su potencial en virtud del equipo, por eso en algunos partidos lo hizo jugar encima del cinco rival -Gago con Boca y Romero con Vélez- y en otros lo puso bien por la izquierda para tapar las subidas de Julio Buffarini, Alejandro Silva y Marcos Cáceres.

Tampoco pensó que Teófilo Gutiérrez venía de un campeonato flojo y las plateas empezaban a dudar de su potencial, fue el riojano quien sostuvo al colombiano y le devolvió el nivel que tuvo en Racing. Sin contar a Cavenaghi, porque hay que recordar que hubo voces alzadas, hasta de exjugadores que siempre buscan el momento de tomar notoriedad, que desconfiaban de sus últimos pasos mexicanos y hablaban de la balanza y no se qué sarta de pavadas más. Hoy es el goleador del equipo, y hace goles de taco.

Seguramente, el comentario hizo caso omiso a que Ramón también convirtió a Ramiro Funes Mori en un central, y a veces lateral, sobrio y rendidor. A Augusto Solari lo sacó de reserva y hoy es bien considerado como lateral-volante para cuando el equipo rival ataca poco y hay que abrirlo por los costados. Al "Keko" Villalva lo rescató de Argentinos Juniors y ahora la gente lo pide a gritos. El capítulo final es para Leandro Chichizola, de arquerito suplentón olvidado, a quien no había ánimo de renovarle y posiblemente se iría en junio a que la cancha se rompa la garganta gritando su nombre, tras atajar el penal más importante de su carrera.

Hoy, mal que le pese a muchos antiramonistas, todos los equipos vienen sabiendo que van a morder el polvo en el Monumental, porque ganó 8 partidos como local sobre 9 y se quedó con todos los clásicos que jugó, algo que en River no pasaba desde el 2004.

Pero de todos estos méritos son pocos, no le atan ni los botines al más importante de todos. Haber vuelto a meter a River en la pelea grande, sacarlo de la mediocridad en la que fue sumergido tras el descenso y devolverle la ilusión a una multitud tan bastardeada durante los últimos años, son los valores más importante de este técnico culón.