'Rogelio' le había ganado a John Isner y celebraba con sus fans el avance a otra ronda del Grand Slam de los Estados Unidos.

El suizo se detuvo a firmar pelotas, gorras y papeles en blanco, y notó que sus fanáticos aplastaban a un nene que estaba en primera fila y les pidió calma.

La seguridad bajó al muchachito de la platea y llorando, pudo hablar con Federer y llevarse un autógrafo.