Es la ley de los mundiales y es difícil escaparse de ella: cuando las cosas van mal, ruedan las cabezas de los seleccionadores. Aunque existen excepciones como la de Alemania, que mantiene a su entrenador a pesar de no haber pasado de la zona de grupos.

Pero en España ya las cosas estaban tirantes con Luis Enrique desde antes del inicio de la competición, y con la eliminación en octavos hizo eclosión lo inevitable.

El despido del entrenador del seleccionado español y su reemplazo por el falto de experiencia Luis De la Fuente, quien inexplicablemente estaba al frente del Sub 21, caló hondo en el ánimo de los hinchas de la selección roja.

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