Huele a Generación Dorada el triunfo de Bahía Basket, finalista de la Liga Sudamericana. Es que en el banco del equipo de la capital del básquet nacional están sentados 'Sepo' Ginóbili -hermano de Manu-, y Alejandro Montecchia.

Además, Pepe Sánchez es parte de esta dirigencia del equipo y Manu, sí sí, el propio Gino funciona como apoyo logístico desde San Antonio. 

Y adentro de la cancha, Bahía también juega de manera colectiva, se sacrifica y brilla como la mejor selección que dio nuestro país. Se trata de un equipo de básquet que se luce con tres hombres de experiencia, uno de ellos -'Pancho' Jasen-, ex integrante de la Generación Dorada.

Hazaña de los pibes de Bahía Basket: finalistas de la Liga Sudamericana

Pero además de los extranjeros Johnson y Levy, los bahienses cuentan con tres o cuatro jugadores jóvenes que en Diario Registrado ya hemos señalado como el futuro de la selección. 

Lucio Redivo, de 22 años, es pura penetración y rompimiento, el goleador del equipo. Juan Pablo Vaulet -21-, rebotero y defensor, también aportante de porotos en el aro rival, y Máximo Fjellerup, que según palabras del propio 'Pancho' Jasen (de 39 años, cien batallas con la selección y finalista de Liga Nacional y española), es "el sexto hombre que entra a cambiarnos los partidos". 

A esos pequeños monstruitos de la pelota naranja se suman los bases Gastón Whelan, Facu Corvalán y el alero Martín Fernández. 

Basta con recordar estas jugadas espectaculares de Redivo, Vaulet y el pibe Fjellerup, en el paseo que le dieron a Peñarol por la Liga Nacional la semana pasada. 

Bueno, ahora volvieron a hacerlo -a ganar, gustar y golear-, pero en la Liga Sudamericana, en el cuadrangular semifinal, donde vencieron a los brasileños de Uniceub -último campeón-, y luego al local Olímpico de Santiago del Estero, en un partido inolvidable porque tuvieron tres bajas por intoxicación y el infierno del estadio en La Banda a punto de caerles encima.


El último partido, con la clasificación en el bolsillo, derrotaron a Guaros de Venezuela. Ya no hay quien en Bahía Blanca -ni el país-, que no esté ilusionado con un equipo que además de dar espectáculo conmueve a los ojos de quién no es hincha, con los pibes nacidos en la provincia de Buenos Aires...


O con los más grandes, criados en Florida, Norteamérica.
 


“Nuestra identidad es algo que no se negocia”, desafía Lucio Redivo en una nota al sitio de la Confederación Argentina de Básquet, tras el gran logro.

Es que el club generó eso en este tiempo de laburo del triunvirato Ginóbili-Montecchia-Sánchez, pero sobre todo un estilo de juego y una manera de entender el básquet.

Bahía ahora espera rival para jugar al mejor de cinco partidos, la gran final. En Uruguay el lunes comienza el otro cuadrangular de semis entre Hebraica y Macabi (Uruguay), Paulistano y Mogi das Cruzes (de Brasil) y Gimnasia de Comodoro Rivadavia.

Esos otros cuatro equipos ya saben que en el partido decisivo, los espera un conjunto con hambre de gloria, y pasado y presente -en cancha, en el banco y afuera-, para escribir otra hoja de su historia. 

Advertencia: si los calificativos utilizados le remiten a los que se usaron para describir a la Generación Dorada no es casualidad. No exageramos...