En el día de su cumpleaños, disfrutamos lo mejor del "Bocha"
El máximo ídolo de la historia de Independiente festeja un nuevo aniversario de su nacimiento. Para celebrarlo, revivimos sus mejores jugadas.
El máximo ídolo de la historia de Independiente festeja un nuevo aniversario de su nacimiento, con el deseo de que el Rojo vuelva a recuperar la gloria perdida.
Decir Ricardo Enrique Bochini es decir Independiente. Pero también es decir fútbol. Y la demostración es la leyenda que pasa de generación en generación, que involucra a Diego Maradona y una frase para la historia: "Pase maestro, lo estábamos esperando", cuando ingresó a falta de cinco minutos en la semifinal del Mundial 86. Diego, después de sus dos goles a Bélgica, compartía la cancha con su ídolo. Ese maestro festeja sus 61 años.
El 25 de enero de 1954 en la ciudad de Zárate, al norte de la Ciudad de Buenos Aires, nacía el Bocha. También un 25 de enero, pero 24 años después, volvía a llenarse de gloria con el recordado gol a Talleres en la final del Nacional 77, jugada en el primer mes de 1978. Con ocho futbolistas ante 11 de los cordobeses, marcaba el 2-2 a falta de cinco minutos y le daba un nuevo título. Cuenta él mismo que fue su mayor alegría futbolística.
Su primera aparición con la camiseta del Rojo fue también un 25, pero de junio en 1972. Un año antes, Nito Veiga había quedado deslumbrado con su juego en Belgrano de Zárate y lo llevó a Avellaneda para que juegue en Séptima División. Su debut fue contra River con 18 años en pleno Monumental, cuando Pedro Dellacha lo hizo ingresar en el minuto 74. La historia dorada la empezaría a escribir el 28 de noviembre de 1973, con la mítica pared junto a Daniel Bertoni para el 1 a 0 con el que superaría a Juventus y le daría al Diablo su primera Copa Intercontinental.
Ricardo Enrique Bochini es decir Independiente y es decir fútbol. Una leyenda del fútbol argentino, que involucra a Diego Maradona y una frase para la historia: "Pase maestro, lo estábamos esperando", cuando ingresó a falta de cinco minutos en la semifinal del Mundial 86. Diego, después de sus dos goles a Bélgica, compartía la cancha con su ídolo.