Cara rota y de gran pegada. Los dos calificativos le caben a la perfección al congoleño Herve Kage, que gritó desaforadamente un gol propio, cuando la pelota picó un metro afuera. El hecho se dio en Bélgica, en el partido que Racing Genk goleó 3-0 a Lierse.

Y para que esto ocurra tuvo un cómplice de primera clase: Wilm Smet, el juez de este encuentro que sancionó como válido un gol fantasma que está dando la vuelta al mundo por lo gracioso y lo lamentable de este fallo arbitral.