El mejor mes de mi vida
Voy al cine, y escribo críticas de cine para Diario Registrado, es cierto. Pero como todo el país, estuve pendiente de este Mundial, porque así lo demanda una Copa del Mundo, y más para tipos como yo, que casi que vivimos para y por el fútbol.
He vivido el mejor mes de mi vida, y eso gracias a la Selección. Estoy triste, no festejo, porque no puedo, porque no me sale, y porque nunca podría festejar una derrota; pero estoy orgulloso de este equipo que me hizo vivir por primera vez en mi vida lo que es llegar a lo más alto. Faltó un poco más, pero estuvimos a la altura de las circunstancias. Llegamos al último partido, contra el mejor equipo del mundo, y hasta podríamos haberlo ganado.
Desde el vamos, es menos de lo que soñé toda mi vida, pero es más de lo que me imaginaba, luego de sufrir varios golpes en los últimos mundiales. Pertenezco a la generación de los que nunca vieron a Argentina campeón. Nací en septiembre del 86, y puedo decir que el primer mundial del que tengo vagos recuerdos es el del 94, y la primera Copa del Mundo que viví como futbolero es la del 98.
Soy futbolero de toda la vida, un adicto insoportable del deporte más lindo del mundo; soy de esos que organizan su fin de semana contemplando el día y horario en que juega su equipo por el campeonato doméstico; juego y miro fútbol desde hace más de 20 años, y nunca viví un mes como este, jamás.
Por eso, por primera vez en mi vida lloré de alegría y de emoción cuando pasamos a la final, y eso fue gracias a este equipo que me hizo emocionar hasta las lágrimas.
“Los mundiales no se juegan, se ganan”, he escuchado muchas veces. Sin embargo, a la final llegan dos, y Argentina llegó. Las formas no me importan, porque se llegó. Y no me importan, porque siempre fue un equipo, con todo lo bueno y lo malo. Un equipo que llegó con más garra que fútbol, con más orden que desorden y desfachatez, con más solidez que ataque; pero llegó.
Nunca fui admirador de Bilardo, pero este mundial me hizo llegar a la conclusión que el fútbol argentino en mundiales es “Bilardismo o nada”. Tres mundiales con el Bilardismo, tres finales; no hay más análisis acá, lo demás es chamuyo. Y entiéndase “Bilardismo” como escuela futbolística, como ideología, como forma de jugar. Nada tiene que ver con “bidones” o “alfileres”, eso es otra cosa.
El equipo fue sólido defensivamente, y no brilló en ataque, pero llegó a la final. Con garra, con solidaridad, con valores, con esfuerzo, con humildad, y todo eso con el sello de un bilardista: Alejandro Sabella.
Sabella, ese Sabella que nadie quería, ese Sabella que llevaba a sus “amigos de Estudiantes”, que fue hasta humillado por ciertos medios; hizo lo que tenía que hacer para llegar al séptimo partido. Armó un grupo, lo bancó, y hasta logró sacar adelante al equipo a pesar de las lesiones y bajos rendimientos de algunas de sus figuras.
Por esto, y porque hay que seguir con un proyecto, porque hay que imitar a los ganadores que trabajan hace una década, Sabella tiene que seguir, y ojalá que así sea. Tiene que seguir para que se mantenga esta idea, para que la Selección siga siendo un equipo humilde y con valores, donde se priorice lo colectivo por sobre lo individual.
“Que se priorice lo colectivo por sobre lo individual”. Interesante, porque aquí aparece Lionel Messi. Messi siempre va a ser mi ídolo, porque es el mejor jugador del mundo que yo vi. Lo dije antes del Mundial: sin importar lo que pase, para mi iba a seguir siendo el mejor.
No brilló en semis y en la final, es cierto. No brilló porque lo marcaron entre tres; porque la planificación del equipo (por necesidad), terminó perjudicándolo en cierto aspecto; porque “se priorizó lo colectivo por sobre lo individual”, porque se sacrificó por el equipo, cumpliendo otros roles en la cancha. Sin embargo, siempre fue el jugador más peligroso del conjunto argentino.
Ahora que soy Bilardista me voy a enfocar por un momento en las estadísticas y en los números. Argentina hizo solo 8 goles en este Mundial, y Lionel participó activamente en 7. Hizo cuatro, tiró el centro del gol en contra frente a Bosnia, le sirvió el gol a Di María ante Suiza, y juntó a tres belgas antes de dársela a ‘Fideo’ para el posterior gol de Higuaín en cuartos.
No brilló, pero fue el mejor jugador argentino. Y sino pregúntenle a Van Gaal, por qué lo mandó a marcar con tres jugadores.
Los “paracaidistas” van a decir que lo vieron caminando la cancha, pero esos “paracaidistas” son los que nunca disfrutaron un partido completo del Barcelona, los que nunca lo escucharon hablar a Guardiola sobre Messi, y los que nunca en su vida jugaron al fútbol. Hay jugadores que corren con la pelota, como Lionel, y otros que lo hacen sin la misma, como el ‘León’ Mascherano.
Para mi Messi fue el mejor delantero argentino, y sin dudas, hizo un buen Mundial. Messi es mi ídolo, y la razón de mi esperanza futbolera. Y Messi fue el capitán y goleador del equipo argentino que yo vi jugar la final del Mundial.
Por todo esto, GRACIAS! A la Selección; a los jugadores, al entrenador. Gracias a Sabella, a Messi, a Mascherano, a Romero, y a las otras 20 fieras. Me hicieron vivir el mejor mes de mi vida.