Varios de los clubes grandes sufren un mal común. El mismo que aqueja al fútbol argentino, lo único que no evolucionó en el enorme mundo de la pelota: la dirigencia.

El último año de los poderosos fue, a excepción de San Lorenzo, muy pobre. En cuanto a los clubes de Avellaneda, en Independiente se consumó el final de una historia que se veía venir: el descenso al Nacional B. Javier Cantero había llegado al club con algunas misiones pero fracasó en todas: no salvó al equipo de la pérdida de la categoría, perdió el campeonato económico, fue vencido en la lucha contra los barras y el estadio sigue igual que cuando asumió.

De Racing se esperaba más. Encabezado por Gastón Cogorno, el equipo cambió de técnicos luego de confirmarlos, se dedicó más a festejar el descenso de su máximo rival y después de varios partidos sin ganar la crisis institucional tomó protagonismo y se fueron el Presidente y el Vice Rodolfo Molina.

Por el lado de Boca, Daniel Angelici avisó a los hinchas de Boca que renueven el pasaporte porque el equipo volvería a Japón. No solo no se ganó la chance de visitar Asia sino que la Libertadores en la que llegó a la final fue por el torneo conseguido con Jorge Amor Ameal como presidente. Como si fuera poco, en el campeonato anterior fue penúltimo y en el actual, con Riquelme y Gago en el plantel, no logró estar a la altura de las expectativas.

En el final del derrotero aparece River. El conjunto de Núñez tendrá elecciones este mes y su actual presidente, Daniel Passarella, casi no pisa el club. El equipo sigue en la parte baja de la tabla urgido por problemas económicos. Ese es el panorama a un año y medio de haber descendido bajo la misma conducción.

Pero hay más coincidencias entres los grandes. De los cuatro que penan, en los últimos años sus dirigentes se escudaron bajo las espaldas de entrenadores históricos: Gallego y Brindisi en Independiente, Basile y Merlo en Racing, Carlos Bianchi en Boca y Ramón Díaz en River. Del único que aún puede decirse que tiene crédito es de ‘Mostaza’, que recién llegó a la ‘Academia’ promediando el actual torneo.

Sigo sin mencionar a San Lorenzo. Claro, porque no es más de lo mismo. Intenta no repetir caras, sostiene proyectos deportivos más allá de traspiés en cuanto a resultados, económicamente está ordenado y le dio paso a gente jóven en su dirigencia con sed de grandeza y mucha voluntad de trabajo.

Lo primero que necesitan los clubes grandes de nuestro país para volver a los primeros planos son dirigentes que estén a la altura.