Otra vez se vio a un Barcelona falto de inspiración. Y, como en partidos precedentes, una jugada de estrategia lo sacó del apuro. Lo hizo con un gol de un central tras el saque de una falta a 16 minutos del final. Antes sufrió mucho ante un buen rival que tuvo ocasiones.

Si algún equipo mereció irse con ventaja al descanso, ese fue el Celta. Jugó con intensidad y atención en las marcas, ganando siempre cualquier balón dividido. Además, arriba contó con un jugador diferente, Nolito, quien superó claramente a Dani Alves y puso en jaque a la defensa rival.

El Barcelona ofreció muy poco durante 45 minutos. Sólo tuvo noticias de Lionel Messi en el arranque, incluyendo un disparo que sacó Sergio, pero el argentino se fue apagando en la misma medida que su equipo. Y viceversa.

El Celta aparentó tener más ganas de ganar que el Barcelona y el arquero chileno Claudio Bravo salvó al conjunto azulgrana en un remate del argentino Joaquín Larrivey y una posterior salida a los pies de Nolito. El líder de la Liga española se fue al descanso con muchas cosas que arreglar.

El Barcelona aplicó algo más de esfuerzo en la segunda parte, aunque nunca ofreció fluidez en su juego. El Celta fue acusando el paso de los minutos y comenzó a defender cada vez más cerca de su área.

A los 58 minutos, entró Xavi Hernández por un desafortunado Rafinha y el Barcelona mejoró. Sobre todo, pasó a tener el control del centro del campo y se posicionó mejor sobre el campo.

El Barcelona encontró petróleo con un gol que llegó por un camino desconocido en los años anteriores: una jugada de estrategia. A los 74 minutos, Xavi sacó una falta al segundo palo y Mathieu cabeceó a la red.

Fue un gol valiosísimo que golpeó sobre la fe del Celta de Vigo, que se sintió derrotado. El Barcelona, de nuevo gris, salvó un triunfo vital con un gol de un central.

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