Difícil es tratar de explicar cómo un plantel compuesto por 'pibes' de la cantera 'granate' le ofreció a Boca el manual del hambre de gloria. Jugadores con la cabeza en Buzios, Playa del Carmen o algún destino exótico. El 'Xeneize' sabe que volver el tiempo atrás es una misión imposible.

El técnico más ganador de la historia transita uno de los desafíos más importantes de su carrera. Carlos Bianchi deberá convencer a un plantel renovado, de la mística que hay detrás de la institución más grande del mundo; de lo que significa 'Boca' y que la historia está prohibida mancharla una vez más.

Jugadores con un futuro asegurado, más pendientes de los flashes que a la dedicación deportiva; y otros que jamás exhibieron la jerarquía equivalente a la grandeza.

Un presidente sin voz de mando, que puso en duda la continuidad del DT más ganador de la historia (¿si se va Bianchi, quien tiene la espalda para sacar el 'Titanic' del fondo del mar?), aquél que por el clamor popular le renovó el contrato a Riquelme cuando nunca lo quiso y por el cual se alejó como tesorero en la gestión 'Ameal' y el mismo que se desdice continuamente.

Una etapa de confusión total. Mientras continúen los tironeos y la incapacidad para conducir le siga ganando la pulseada al sentido común, en Boca reinará el desconcierto y por consecuencia los fracasos deportivos.

Sólo queda una jornada para el final de una temporada que sólo ha dejado más confusiones que certezas. Atrás en el tiempo, quedan grabados en la memoria, los momentos de grandes logros; las vueltas olímpicas y los egos, que hasta aquél momento se permitían convivir.

Hoy todo cambió. Algunos reniegan de su presente y no dan el brazo a torcer para decir 'adiós'; otros tratan de que el sabor amargo del fracaso, no atente contra el recuerdo.

Se acerca el final. El sueño culminó. Se dio la lógica.