"A esta altura del año empieza a caer esa pelusa sobre Montevideo".  Así se inicia la primer novela de Martín Arocena (editada por Fiordo Editorial), con una línea inquietante que obliga a preguntarse ¿qué pelusa?. Es un fragmento etéreo del árbol del plátano, que cuando se acumula va ganando contundencia mientras se desparrama por las calles, los cuerpos, las bocas y las vidas.

Arocena tiene la virtud de saber darnos pausas para luego llevarnos por un vertiginoso camino en la lectura de una novela que incluye un reclamo ¿sobre qué?,  ¿a quiénes?; mejor le preguntamos al propio autor.

- Seguro que ya te lo han dicho, creo que tenés una manera de narrar muy visual, incluso vos contaste en entrevistas previas que hubo dos momentos concretos-  tu perra con el hocico en la pelusa de los plátanos y ver a tu pareja mirando la tele- los que te dispararon a escribir esta novela. ¿Siempre te manejás con el traspaso de imágenes a la letra?, ¿necesitás un recorte de tu mirada para empezar a escribir?

Martín Arocena (MA)- No. No siempre. Como punto de arranque, al menos. El principio suele ser una frase que me gusta en su cadencia. Dicha frase procede de lo visual o de una idea o de un sueño. Dicha frase da lugar a un párrafo, y el párrafo a una estructura más larga y compleja. Mi literatura es literatura del discurso. Claro que decir eso es tautológico; pero en mi caso se trata de algo particularmente importante, porque es lo que me divierte y lo que me sale. Empiezo, pues, por la frase, y así sigo, mediante asociaciones sonoras, rítmicas, que poco tienen que ver en principio con un tema determinado. Ahora bien, estoy de acuerdo en que me nutro mucho de lo visual. Tengo un discurso muy descriptivo: de sensaciones, de ambientes. Un discurso detallista. Por momentos exasperante. Por momentos tedioso. Como la cámara de una película que insiste en recorrer grandes espacios amueblados. Con fascinación.

- En el relato hay sentires que pesan, inconformismo y una especie de reclamo que atraviesa todo el texto ¿hay reclamos generacionales que se desarrollan en La Pelusa?

MA- El personaje piensa, reflexiona en torno a su vida. Nunca lo hizo así, como ahora. Nunca se dispuso a hacerlo. Una vez más el asunto está en darle vueltas a un discurso que va y viene, que se retuerce sobre sí mismo y se nutre de lo ya dicho para hacerse tanto más potente, insoportable, tedioso. Lo de los “reclamos generacionales” no sé de dónde sale. Supongo que está ahí. Por algo todos lo notan. Yo no me propuse nada de eso, solo estaba intentando ser coherente con la forma de pensar del personaje. Me hace acordar a aquel asunto del caballo de Picasso. ¿O era el toro? Bueno, como sea, se trata de una anécdota. Probablemente sea falsa, además. Aunque debería ser cierta. En fin, el periodista pregunta a Picasso por el toro y el caballo en el Guernica. “El toro, que simboliza la represión y la guerra y el nacionalsocialismo y la matanza indiscriminada…Y el caballo que no es más que la libertad reprimida del pueblo español, y del ser humano en general…" – acota. Y Picasso le dice: “Mire, para mí el toro siempre fue un toro, y el caballo un caballo, si usted quiere que sean la represión y la libertad no tengo objeciones”.

-Cuando uno lee tu novela nota que no le temés a las pausas, hay como tensiones que se van desarrollando a un ritmo muy particular ¿Cómo lográs trabajar esos tiempos?

MA- Bueno, como te decía, mi prioridad es el discurso. Para mí eso es lo que hace a un texto más o menos bueno. Lo demás es complementario. De ahí que ponga especial dedicación en pausas o (como ocurre una y otra vez en esta novela donde el personaje no para de maquinar a un nivel casi histérico) aceleramientos vertiginosos.

- Es interesante que generás énfasis en la voz del personaje principal a partir de la repetición, incluso hay fragmentos en los que parece que apostas a lo lúdico al "jugar" a ese juego nemotécnico en el que la persona que sigue tiene que decir la frase anterior antes de continuar. ( Ejemplo: Habla de un restaurante. Un restaurante en el Queens. Un restaurante en el Queens que, de algún modo...) ¿Por qué apostás a ese juego en tu escritura?

MA- Ritmo. La literatura es música. El arte es música. Lo que me interesa es la música. Lo demás me tiene sin cuidado. Puede estar bien, cumplir con las expectativas de millones de personas, pero a mí no me mueve un pelo.

-Desde hace unos años se habla de un boom de la música uruguaya ¿sentís que la literatura contemporánea uruguaya la acompaña?

MA- No sé. No creo. Hay un montón de narradores y poetas jóvenes, sí. Pero también los hubo antes, en otras épocas. Habrá que esperar a que pasen algunos años para evaluar. La literatura, a diferencia de la música, se evalúa en retrospectiva.

-¿A quiénes leés?

MA- A mucha gente. Pero sobre todo, supongo, a los que leemos los de mi generación. De los contemporáneos vivos: Baricco, MacCarthy, Aira. De los muertos recientes: Bolaño, Saer, Levrero, Foster Wallace, Carver. De los muertos no tan recientes: Perec, Calvino, Borges, Onetti, Felisberto. Hay más, pero esos son los que me vienen a la cabeza de inmediato. Los clásicos más antiguos los abandoné hace ya algún tiempo. Aunque Kafka siempre está ahí, metido en los textos de todos los otros, porque, en definitiva, es el padre de todos.

-¿En qué nuevos proyectos estás trabajando?

MA- En un par de novelas. Una liquidada y en proceso de corrección. La otra, a mitad de camino.

-¿Después de escribir esta novela volviste a ver con los mismos ojos a la pelusa que se acumula en la calle montevideana?

MA- A decir verdad la pelusa es algo que no me molesta. Nunca me molestó en absoluto. No sufro de alergia ni nada que se le parezca. La pelusa fue, tan solo, el disparador de un texto, un mero estímulo creador. En la vida real me resulta indiferente.

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Fiordo Editorial- 2013 144 pág.

Martín Arocena: nació en Montevideo, Uruguay en 1979. Es escritor y docente. Integró la antología El descontento y la promesa: nueva/joven narrativa uruguaya (Montevideo, Trilce, 2008) Exiliados, su primer conjunto de cuentos, ganó la edición del año 2010 del concurso literario de la Intendencia Municipal de Montevideo y fue publicado un año más tarde por Estuario Editora. La pelusa es su primer novela.