A los 83 años murió Gene Wilder, uno de los mejores comediantes de Hollywood
El cómico padecía Alzheimer desde 1989 y falleció como consecuencia de complicaciones derivadas de la enfermedad, según su familia. El artista se destacó en las comedias de Mel Brooks, Los productores, Blazing Saddles, El joven Frankeinstein y la versión original de Willy Wonka y la fábrica de chocolate.
El rostro de Wilder siempre remitió risas, y ahora que se acabó su chispa de vida, es lo primero que se viene a la memoria. El cómico que saltó a la fama por sus papeles para el director Mel Brooks en los 70s, falleció a los 83 años en Stamford -Connecticut- después de una larga y secreta pelea con el Alzheimer.
Dos veces nominado en los premios Oscar, brilló en Los Productores, en Blazing Saddles junto a Richard Pryor, en El Joven Frankenstein, en Bonnie and Clyde y Silver Streak, por nombrar algunas. Wilder se destacó por su especial don como humorista, aunque sus inflexiones dramáticas o su maneja de la ira contenida marcaron un estilo de humor absurdo.
'Todo lo que usted quería saber sobre el sexo, pero temía preguntar' lo tuvo en otra gran actuación, bajo la dirección de Woody Allen. El doctor que no podía creer el extraño enamoramiento de un paciente y que luego lo enamora a él también, para terminar en una disputa completamente irracional y muy divertida.
Según él mismo explicó, decidió retirarse de la actuación en 1998, por la falta de buenos guiones entre las propuestas que le llegaban. Desde entonces, se dedicó a escribir: acumuló seis libros, de los cuáles fueron publicados cinco, un libro de memorias 'Kiss Me Like a Stranger: My Search for Love and Art', una serie de cuentos llamados 'What is this Thing Called Love?' y tres novelas.
Variety publicó la carta del sobrina de Wilder, donde revela que el actor no quiso revelar su diagnóstico de Alzheimer: "Entendemos por todos los desafíos emocionales y físicos esta situación. Hemos sido afortunados –en esta enfermedad pirata -, al contrario que en tantos casos, que nunca se robó su capacidad para reconocer a los que estaban más cerca de él…La decisión de esperar hasta este momento a revelar su estado no era vanidad, fue más por los innumerables niños pequeños que le sonreían o le gritaban ‘ahí está Willy Wonka’, que no tendría que ser entonces expuesto a una enfermedad referencia para adultos... Simplemente no podía soportar la idea de ver menos sonrisas en el mundo. Él continuó disfrutando del arte, la música, y de los besos de su mujer en los últimos veinticinco años", se puede leer en el texto de su sobrina, Karen.