'¿Qué puede un cuerpo?', la segunda película del ex pibe chorro César González
Un carro avanza juntando la basura de una ciudad violenta, discriminatoria, en medio de la realidad del barrio, entre humildes trabajadores, pibes que se inician en el choreo y el eterno sueño de vivir mejor. Algo de eso muestra la nueva película de César González, el joven de 25 años que en la cárcel, se convirtió en director de cine y poeta.
"La publicidad nos exhibe nuestra barbarie nos recuerda la parte dura de nuestra piel de nuestro amor ¡Todos los sueños puedes cumplirlos! grita un cartel... pero no grita ni dice en voz baja que para que alguien sueñe otro tiene que construir la cama".
César González, en su poema 'Vamos a la pausa'.
César González es poeta, director, guionista y productor de cine. Todo eso luego de caer preso por robar, cagarse a tiros con la cana, ser operado dos veces y estar al borde de la muerte; zafar, salir y volver a las adicciones y robar, chorear, afanar. Por ello, César estuvo desde los 17 y durante "5 años guardado". Fue allí donde el docente de un taller de magia le abrió la cabeza, le convidó lecturas en vez de faso, le pasó libros en vez de pases de merca y lo empoderó de herramientas y contactos en vez de fierros para que publicara la revista que César tenía en la cabeza.
Pero recién fue noticia cuando bajo el seudónimo de Camilo Blajaquis, sacó su primer libro de poesías -'La Venganza del cordero atado', escrito en la cárcel-, y fue digno de nota para los medios, no acostumbrados a que estas vidas sean notables.
Una vez en libertad, César publicó otro libro -Crónica de una libertad condicional-, y condujo un programa en Canal Encuentro -'Corte Rancho', y también filmó un par de cortos. El año pasado estrenó su primera película, 'Diagnóstico Esperanza', y la semana pasada '¿Qué puede un cuerpo?'.
"Los villeros somos los encargados de cumplir las tareas laborales que nadie quiere cumplir, edificamos la modernidad misma con nuestras manos, la asfaltamos, la pintamos y la mantenemos", escribe César en el intercambio de correos con el Suple de Cultura, y resume: "Es muy injusto que se nos estigmatice así y que se mienta con tanta impunidad".
EL FILM SE PUEDE VER DESDE EL 18 DE DICIEMBRE EN EL CINE GAUMONT (Av. Rivadavia 1635)/ FUNCIONES: 12.45 Y 20.15
-¿Cómo es hacer que los pibes actúen lo que verdaderamente padecen?
César González (CG)- Porque saben que actúan siendo parte de una película que expresa que todo eso que ellos padecen no debería suceder y entonces se entregan a mi dirección porque saben que el fin último del trabajo no es solo hacer una película que venda, sino generar preguntas entre los espectadores y ayudar a la sociedad en la comprensión de problemáticas como la inseguridad, que según las encuestas es lo que más preocupa a los argentinos.
-¿Cómo notás que lo sienten los pibes?
C.G.- Si bien es verdad que interpretan cosas que viven y sufren, al momento de actuar el poder es del arte más que de la realidad, por lo tanto la creación es lo primero, y hay estados emocionales que yo les pido expresar con su rostro de una manera muy distinta a como el cine más comercial nos tiene acostumbrado y muy distinta también a la forma que ellos mismos expresan sus emociones en la realidad.
César es exigente como director, lo admite: "A la hora de ver personajes expresando emociones exijo miradas de rostros más profundas casi sin movimientos como nos mostraba Bresson a sus personajes, sin mostrar tanto ni dando tanta información por decirlo de alguna manera, si el personaje está triste no necesariamente tiene que llorar o estar con cara de tristeza".
-Elegiste el carro como figura, ¿cuánto importa en la cultura villera el carro?
C.G.-Básicamente elegí el carro y un cartonero porque hay todo un discurso instalado en la sociedad de que los villeros somos vagos, que vivimos de los planes, que no nos gusta trabajar, y es una mentira muy cruel. Son palabras que hieren en el corazón al habitante de una villa, a ese albañil que se levanta a las 4 de la mañana, a ese obrero que ingresa en la fábrica a cada amanecer.
-No estamos preparados para ponernos en el lugar del otro...
C.G.-Me cuesta entender cómo hay personas que no pueden sentir un milímetro el dolor del otro, como pocos se dan cuenta y pueden ver a ese cartonero que cada día y noche está yendo y viniendo por la ciudad, ayudando a reciclar material que sino se perdería de recuperar. Y en vez de que la sociedad valore dicho esfuerzo, al cartonero se lo hostiga, se lo mira con asco
-¿Cuánto hay de autoreferencial en esta nueva historia?
C.G.- En mis dos películas está la autorreferencia y seguirá estando porque todo lo que me pasó a mi le está pasando a muchos en este momento y sueño que no lo pase más nadie. Y segundo porque considero al cine como una herramienta de salvación y redención, como dice el francés Alan Badiou: 'El cine es el único arte capaz de hacer un milagro, de mostrar ese milagro'.
A manera de posdata, César González remata: "Siento el deber de ayudar desde el cine a mi sociedad a que comprenda mejor y de una forma más humana cuestiones que yo viví con mi propio cuerpo, como son los robos, los tiroteos, la cárcel, la discriminación. Y si bien son problemáticas más de mi pasado, hoy en día en la sociedad argentina tienen una vigencia absoluta".
Tiene ganas de escribir más, de gritar lo suyo y a manera de saludo de fin de año, enumera: "Este fue el año de los linchamientos, del desalojo en vivo y en directo con topadoras a familias desamparadas, el año del 'corta la bocha y que maten a todos...' Prendo la televisión y luego de u minuto me doy cuenta lo importante que es aportar otra mirada sobre los hechos de inseguridad, alejándose del odio y el ojo por ojo que todo el tiempo emiten muchos periodistas, demostrando que cada efecto tiene su causa, que un pibe que roba no es una cuestión subjetiva del pibe que roba, sino que es consecuencia de cosas que estamos haciendo mal todos como sociedad".