Inauguraron la primera peluquería trans en La Plata para salir de la prostitución
Las Charapas representan al colectivo Otrans, un grupo de 10 trabajadoras que se organizaron como cooperativa para generar sus sustento. Pagaron sus estudios y gracias a la voluntad de una docente e investigadora que cedió parte de su vivienda, lograron abrir el local que les permitió abandonar el trabajo sexual callejero.
Fueron varias las piedras en el camino que tuvieron que sortear, pero lejos de achicarse ante la adversidad, las dificultades las hicieron más fuertes: Las Charapas es un grupo de 10 trabajadoras trans que abrieron el primer local de peluquería y manicuría totalmente atendido y gestionado por ellas mismas, sin ningún tipo de ayuda estatal.
Un trabajo de investigación consultó a las trabajadoras que trans que habitualmente están en las calles platenses, y en el sondeo se determinó que el 75 por ciento de ellas cambiaría la prostitución por otro tipo de empleo, si pudieran elegir. Gracias a la iniciativa de la Asociación Otrans, pudieron elegir una salida a esa peligrosa vida callejera.
Claudia Vásquez Haro es la presidenta de dicha organización, y pieza fundamental de este logro: "Esto es una práctica política y pedagógica, por una parte, para ellas pero también para los vecinos e instala la pregunta sobre qué va a hacer el Estado con las demás compañeras en situación de prostitución a la vez que vuelve a poner en escena la ley de cupo laboral", explicó en declaraciones a Infoplatense.
Vásquez Haro reveló que las cooeprativistas no recibieron ningún tipo de ayuda gubernamental. A la hora de concretar la creación del espacio físico encontraron más trabas: "Nadie nos quería alquilar o nos cobraban carísimo porque asocian trans con prostitución y prostitución con droga", detalló la presidenta de Otrans.
Fue la propia titular del grupo, la que acondicionó su casa para que existiera ese local con una entrada independiente, un baño y todo lo necesario para que la peluquería funcionara en calle la 18 Nº 389, entre 39 y 40, y como si fuera poco, con precios cuidados.
"¿Sabés cuántas noches de frío pasé, recibiendo botellazos o piedrazos de vecinos?", recordaban las compañeras durante el acto inaugural de su nueva vida, en la que ya no dormirán de día y se turnarán entre la noche y la mañana, en un refugio crucial para la comunidad local.