Si bien para los habitantes de González Catán, Campanópolis es un lugar por demás conocido, pocas personas saben que a menos de una hora de la capital federal, existe una aldea que recrea de menera muy realista la arquitectura medieval.

El portal DiarioVeloz recordó la existencia de este bello lugar y aportó algo de su historia en una nota publicada este martes.

El creador del excéntrico poblado que tiene unas veinte hectáreas fue Antonio Campana. El hombre murió hace tres años y desde entonces sus hijos se ocupan de mantener el lugar, en el que jamás vivió nadie.

"Campanópolis", bautizado así por el historiador Alfonso Corso, amigo de Campana, surgió de la improvisación de este empresario gastronómico.

En realidad Campana había comprado los terrenos en 1977 con la idea de criar ganado pero en 1980 la Ceamse los expropió y los transformó en un enorme basural. Cuando el hombre finalmente recuperó las tierras, en el año 85, el predio era inutilizable para su propósito original.

En ese momento se le diagnosticó un tumor y Campana decidió entonces desprenderse de sus empresas y dedicarse a su sueño.

"Así como algunos se dedican a pasar los últimos años de sus vidas jugando al golf o viajando, mi papá se puso a construir Campanópolis", explicó su hijo Oscar.

Campana vivió 24 años más desde aquel momento y durante ese tiempo, limpió las tierras, plantó más de 10.000 árboles y amobló la ciudad con piezas compradas en remates y ferias.

Hay que aclarar que el hombre no era arquitecto, no contrataba arquitectos ni trabajaba con planos.

"Sólo él sabía lo que se iba a construir día a día. Podía hacer un dibujo en un papel higiénico o en el capot del auto, con una tiza, y así se lo entregaba al albañil", recordó Rodolfo.