Mientras el Gobierno desfinancia al CONICET, los investigadores argentinos son noticia
Los geólogos del CONICET encontraron una forma de vida de hace 545 millones de años, en lo que se traduce como el hallazgo más antiguo de toda Sudamérica. Luego de una ejemplificadora lucha y la reincorporación de los becarios e investigadores -aunque el recorte presupuestario sigue vigente- los trabajadores del CONICET pueden inflar el pecho y sentirse orgullosos.
Todos los fondos que ahora el Gobierno macrista viene reduciendo tildando a la investigación científica como "gasto público", sirvieron durante los recientes años en que el país había encarado la ciencia y sus recursos humanos como una política pública. Tanto sirvieron que los resultados se pueden leer entre las noticias más relevantes a nivel mundial en materia de investigación científica, como lo son las que recopila la revista Scientific Reports.
Científicos del CONICET encontraron cientos de impresiones fósiles con una antigüedad de unos 545 millones de años en la formación Cerro Negro (Olavarría, provincia de Buenos Aires) en lo que fue presentado como el hallazgo de la forma de vida más antigua de Sudamérica, sin tener la precisión sobre si se trata de formas vegetales o animales, por lo tanto llamados organismos 'biota'.
En una entrevista publicada en el sitio del CONICET, la becaria posdoctoral de esta entidad y primera autora del trabajo, María Julia Arrouy, le puso contexto al descubrimiento: “Desde el principio nos llamó mucho la atención lo que vimos, porque en el tiempo del que estamos hablando los únicos organismos que existían eran algas unicelulares flotando en el agua, y esto da cuenta de algo más complejo”, relató.
Se trata de una gran cantidad de huellas sobre piedras pertenecientes al período Ediacárico, ubicado entre 563 y 541 millones de años atrás: “Son impresiones de cuerpos blandos llamados body fossils, que tenían una estructura más compleja de lo habitual conformadas por células eucariotas, es decir, compuestas por membrana, citoplasma y núcleo, y eventualmente con función de tejido”, explicó Arrouy, en relación al hallazgo más antiguo de Sudamérica.
Estos fósiles sólo aparecieron en pocos países -Canadá, Australia, Namibia, China, Rusia, Reino Unido- a los que ahora se les suma la Argentina, según enumeró Daniel Poiré, investigador principal del CONICET y director del equipo que trabajó en conjunto con especialistas brasileños, de la Universidad Estatal Paulista (UNESP).
La presunción de los científicos ubican a esta especie dentro de Aspidella, un conjunto de organismos marinos, abonando una teoría todavía no comprobada: “Esa hipótesis, a su vez, implica la presencia de un mar, algo que también está en discusión para este período geológico. Hay teorías que hablan de la existencia de un océano denominado Clymene", agregó Arrouy mientras explicaba uno de los primeros datos que este descubrimiento permitiría establecer en los libros de ciencia.
“El hallazgo nos señala que esta biota vivió cerca de la playa, en aguas someras no muy cristalinas, probablemente a una profundidad de entre 4 y 20 metros. Tenemos que saber que en ese entonces la atmósfera era distinta: estaba más cargada de dióxido de carbono y otros gases ‘nocivos’ para la vida como la conocemos hoy, y los organismos estaban adaptados a esas condiciones. Además, los había a montones, quizá porque no tenían depredadores”, detalló Arrouy arrojando parte de la información con la que contaban.
El brasileño Lucas Warren, otro de los autores del trabajo y profesor de la UNESP resaltó la importancia de esta investigación para el continente: “Hasta ahora, de Ediacara solamente se habían descripto en Brasil y Paraguay otras especies llamadas Cloudina y Corumbella, pero que ya tenían esqueleto. Lo que apareció en Argentina es más antiguo”, apuntó.